Capítulo 44

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Jenny

Apresuro el paso a mi habitación, mis padres se quedan mirando la dirección por donde paso, para luego los dos seguirme al tiempo que busco mis maletas al fondo del clóset, encendiendo las luces para empezar a guardar todo lo que pueda mío y de mi hijo, si decido salir ahora llegaré a tiempo a eso de las diez con algo de la noche casi a las once, justo al tiempo que Juliette sale del empleo.

—¿Qué estás haciendo, hija? —indaga mamá, siguiéndome, mi padre va por Jacob quien se despierta malhumorado.

—Me voy a Londres con Juliette —respondo.

Detiene mis manos, estoy sacando cosas como una loca, las cuales tiro arriba de la cama para luego ver cómo acomodar.

—Jenny, cálmate, tienes que pensar las cosas.

Me suelto, retrocediendo, así darle la vuelta y seguir con lo que hace.

—Son decisiones precipitadas —argumenta mi padre, meciendo a Jacob para que deje de pelear.

Niego, recuerdo que no me están viendo, así que tomo la gran porción de ropa, saliendo, lanzándola arriba de la cama.

—Ya lo pensé bien, papá, es la opción correcta, además estaré con July.

A los dos se le empañan los ojos, el corazón se me arruga con ver sus caras así de tristes.

—La universidad —articula mamá.

Voy a ella dándole un fuerte abrazo.

—Haré el cambio, mami, estaré bien.

Mi padre se gira para evitar que lo vea secarse las lágrimas.

—Primero fue July, ahora tú, también te me llevas al niño —lo estrecha fuertemente contra su pecho, mi pequeño se va quedando dormido de nuevo —. Esto jamás voy a perdonarselo al señor Jones.

—Papá...

Se marcha, dejándome con la palabra en la boca. Mi madre no disimula al momento de ponerse a sollozar, ayudando con lo que puede.

—Al menos vete en la mañana y dejamos sentirlos esta noche —toma las ropitas de Jacob oliéndolas —, esta casa se va a sentir tan sola y vacía...ninguna habitación tendrá vida.

Esto rompe mi corazón en millones de fragmentos, son mis padres, han estado ahí toda la vida para mí, apoyándonos, los mejores abuelos para mi bebé, nunca nos dieron la espalda y si el día que July se fue lloraron, imaginarme como estarán el día de mañana, termina de romperme por dentro.

—Podrán ir a visitarnos —trato de que vea el lado bueno de las circunstancias —, piensa que July también está sola allá, mamá.

Recuesta la cabeza sobre mi hombro, doblando los mamelucos de Jacob.

—Voy a mandarle sus mesanas seguido —empieza, vaciando los cajones del niño —, recuerda alimentarte bien, estás amamantando...

—Mamé.

Alza el brazo para que me calle.

—Por favor, llena la despensa de July con comida de verdad, sé que debe tener un reguero de cosas enlatadas, esa niña nunca me escucha.

Continúa diciéndome un sinnúmero de cosas, como las comidas de Jacob, la dieta para que siga teniendo abundante leche, mete un par de cosas en las maletas que son para July, otras para Bella, mamá sabe que está embarazada de alto riesgo y ahí le manda unos vinos caseros que fortalecerán a la criatura junto a ella, así como los mismos consejos que me dio para que la piel no quedara con estrías.

La tentación de lo prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora