Capítulo 26

5.7K 467 115
                                    

Bella.

Es una decisión tomada.

Pasar toda la madrugada despierta, sin poder conciliar el sueño debido a que se repite en mi cabeza como un disco de alguna canción amarga sus palabras, es enfermo e insano hasta para el ser humano más tóxico.

Estoy intoxicada hasta la médula de un amor no correspondido, he llegado a bajar de peso, pasarme días enferma según mi padre, cuando en realidad es este amor que se expande por mis venas como una enfermedad mortal y consumidora.

Soporté la presencia de tantas mujeres, desfilando delante de mí, mientras yo por dentro me destruía cada vez más, aparentando las cosas que no son.

Debo darme valor a mí misma, papá estará muy decepcionado si se entera de mi desgaste, el me educó y me crio para ser una mujer fuerte.

Debo demostrar de que estoy hecha.

Muchas cosas deben cambiar en mi vida.

Si un hombre me quiere, deberá besar el piso por donde camino, no merezco menos.

—No irás a ningún lado —refuta Koa, creciendo más, así como sucede cuando está enojado.

Su aliento golpea mi cara, respira como un toro rabioso, a punto de explotar.

—No pedí tu permiso, mucho menos tu opinión —recuerdo lo que debería saber.

La tensión se corta con un cuchillo, ni aun así cedería la mala vibra del ambiente.

Mi abuela perpleja junto a mí, la victoria de Violette ondea brillante en sus ojos negros.

¿Me importa? Por supuesto que sí, sin embargo, mi bienestar primero a que enfrentar una rivalidad con ese flequillo solo por un hombre.

Que lama mi culo.

—Tu padre me encargó tu protección —revira —. Hasta que él no diga lo contrario, vas a permanecer aquí.

Sus dientes castañean, los aprieta tanto que las venas de su frente se marcan.

—Por lo visto no mantuviste el encargo de mi padre —suelto, tranquila, otra cosa que va perdiendo, el poder de desestabilizar mi determinación —. Tengo un pie lastimado, sin contar con lo que me hiciste.

—¿Qué le hiciste a mi nieta Koa? —cuestiona mi abuela, ayudándome con las muletas.

Hace frío, apenas tengo unos shorts.

—Yo le diré, señora —interviene la modelo.

En todos los entierros, quiere llevar velas.

—¡Cállate, Violette! ¡Sal de mi casa ahora mismo! —brama Koa. Su tono se ha elevado demasiado, su pecho sube y baja por la furia que parece consumirlo de a poco.

—Cuida...

Violette es callada, Koa sin tacto la toma del brazo, arrastrándola fuera de la mansión.

Está fuera de control.

—¡Te dije que te callaras! ¡Largo de mi casa! —continúa gritando.

—Koa, detente, la vas a lastimar —intervengo como puedo.

Es una perra con ropa, no obstante, la prensa sólo va a buscar cotilla y la palillo aprovechará.

Mi abuela Inoa se interpone en la discusión, las maletas de Violette están a un lado de la puerta.

Mi abuela la separa.

—Es mejor que te vayas de aquí —aconseja mi abuela —. Llamaré a un taxi.

La tentación de lo prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora