Capítulo 15

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Bella.

Basta de llorar, basta de lamentarme, de sufrir, echarme al fango por sentimientos que solo tienen como fin destruirme.

Por quien me lamento, sintiendo mi corazón sangrando, está entre las piernas de otra.

Pues bien, ¡Que disfrute! Puede irse a la mierda.

Voy a tragarme mi dolor, no demostraré cuánto me afecta su puta presencia.

Seremos tío y sobrina de ahora en adelante.

Muchas cosas van a cambiar, retomaré mi relación como era antes, Tyler está cambiando, será mejor chico, me gradúo en unas horas y aunque debo vivir bajo el mismo techo que Koa, no voy a dar mi brazo a torcer en cuanto a mis decisiones.

Él con su modelo talla médium, alta como bien ella puede y yo con mi chico de cabello oscuro, así de impulsivo como yo.

Como si me afecta que la Violeta sea talla pequeña.

Mamá dice que tengo un cuerpo de infarto, me lo creo, mis curvas son atrayentes, proporciones en los lugares correctos, nadie va a bajarme la autoestima por tener un cuerpo desarrollaron estoy satisfecha con mi figura, como lo que se me venga en gana.

Si yo no fuera atractiva, la mayoría de mis seguidores es Instagram no fueran hombres, Mandándome textos de halagos.

He recibido invitaciones a salir incluso de mis maestros.

Tyler está satisfecho con mi cuerpo. Si no lo estuviera, me valiera nada por igual, no pienso cambiarlo.

Dejo de lamentarme, levanto mi cuerpo del frío piso.

Abro el contenedor de basura, sacaré la funda con el desastre que hice o de lo contrario la cocina va a apestar en cuanto todos se despierten, mamá estará enojada y es lo menos que quiero.

Es un día especial.

Confieso que me gustaría tener un hermano o hermana justo ahora, sería lindo, tampoco es como que estoy inconforme por ser hija única, muy por el contrario, soy tratada como una princesa, papá y mamá por más que se enojen a veces con mis locuras me adoran, más mi padre, mamá es un tanto distante y seca.

Enciendo la luz, abro la puerta trasera de la cocina, dejando a una esquina la basura con mi vómito apestoso.

Cada vez que uno bebe, vomita, este sale más hediondo que nunca.

Tengo el estómago vacío, rugiendo por alimentos.

Ahogo un grito al girar.

Maldita sea.

—¡Me asustaste! —llevo la mano a mi pecho donde mi corazón late con fuerza.

Maldición, yo no esperaba hallar a Koa detrás de mí, entre las sombras.

—Susto nos llevamos al escuchar la puerta —justifica acusatorio —. Tu padre ya fue por un arma.

Carajo.

Papá está disgustado, encima esto.

Cuando ingresa a la cocina en su mano tiene un revólver listo para ser disparado.

—Papi, tranquilo, soy yo.

Suspirando esconde el arma tras su espalda con precaución.

—¿Qué haces despierta a esta hora? —avanza hasta quedar a centímetros de mi cara —. ¿Estuviste llorando?

Es que en ocasiones me da voluntad de golpearme por delatar.

Mis ojos rojos no pasan seguidos, ni hablar de mi nariz.

La tentación de lo prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora