Capítulo 23

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Bella.

Duele como el carajo, no solo eso, siento que se me ha acumulado la sangre de un solo lado y un súbito calambre empiezo a sentir.

—¡Oh por Dios! —chilla más falsa que sus uñas la maldita palo de escoba esta —. Lo lamento en verdad Bella.

Claro que lo lamentará.

Se agacha justo a mi altura, lo que yo he querido.

Tengo las manos lastimadas, magulladas por la caída.

—¿En verdad lo lamentas? —pregunto, apretando los dientes. Me da el frente en su totalidad, mientras Koa pasa mi brazo sobre sus hombros. Su mirada falsa es lo suficiente. Empuño la mano así me duelan como el infierno y a continuación estrello mi puño en su nariz diminuta —. ¡Por supuesto que lo lamentas!

Los niños jadean asombrados.

La modelo se retuerce en su lugar como una sanguijuela, le he roto su nariz perfecta, que sufra al igual que mi tobillo.

—¡Maldita mocosa! —chilla en mi dirección.

Al intentar apoyar mi pie, sufro, dejo escapar un gemido de dolor agudo.

Quiero recuperarme por arte de magia e irle a demostrar a este palillo quien soy. Hace tiempo quería golpear su patética cara, esta fue y es la ocasión perfecta.

—¡Suficiente! —ruge, Koa.

A ella la paraliza en su lugar, a mí me da igual sus gritos, yo conozco la bestia que lleva por dentro.

—Vamos adentro, Violette —indica mi abuela, quitándole la mano de la cara. Es una maldita bruja dramática, se movió por lo que solo tiene un rasguño en la nariz, poquita sangre para lo que me hubiera gustado que tuviera —. No es mucho el golpe, Violette, es solo un rasguño, deja de ser infantil.

Ella me reta, me amenaza también.

—Me pagaras esta rubita —advierte en mi dirección, yo estoy mordiendo mi labio para no quejarme del dolor y su horripilante presencia, que alguien se apiade de mí y me la quite del frente —. Estoy segura que me rompiste el tabique, por favor, amor, vamos al doctor, me duele horrible.

Su actuación es pésima, merece una nominación a la peor actriz de la década.

—Violette, por favor, es suficiente —brama Koa, aun sosteniéndome, chúpate esa araña, a mí me sostienen y a ti nada —. Se callan las dos, actúan mal.

—Ella empezó —me defiendo —. Si no me hubiera metido el pie, yo no habría reaccionado así.

Koa aprieta su musculoso cuerpo, iracundo.

—Dije que basta —rectifica —. Madre, encárgate de Violette, voy a revisar el pie de Bella, mi hermano va a matarme por esto —farfulla, molesto —. Niños, vayan adentro, directo a la cama.

Koi y Kaili antes vienen a darme un beso, adoro a estos tormentos, pero ahora solo necesito de un milagro que me quite el dolor que estoy sintiendo en el pie.

—Tu deber es estar conmigo, Koa —increpa la palo de escoba esta —. A ella que la atienda tu madre.

Para mi satisfacción y victoria, Koa intensifica su agarre.

—Creo que olvidaste que Bella es mi responsabilidad además de ser mi sobrina —lo último no me agrada mucho, lo primero al cien por ciento.

Resignada, prácticamente arrastrada por mi abuela y silenciada también, es llevada al interior de la casa.

Koa molesto intenta caminar conmigo aferrada a su costado.

—Mierda, no puedo —me quejo.

Se detiene preocupado.

La tentación de lo prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora