Capítulo 20

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Christopher.

Por no meterme en los asuntos de mi hija en lleno, no significa que no la conozca, precisamente por ello me he dado cuenta hace un rato de su enojo.

Al entrar a la cocina llegó como un huracán dispuesto a eructar. Se controló por mi presencia.

La tensión entre ella y mi hermano es evidente desde anoche, imagino varios motivos, me decido por el más lógico, Koa es en gran medida extrema sobreprotector, me lleva a pesar que Koa le reclamó cuando no estaba sobre su salida.

Al regresar de llevar a Jenny, Koa estaba fuera de casa y Bella ya se había ido.

Me alegra haber llevado a Jenny segura a casa, si algo le pasara ella viniendo o yendo de aquí para la casa, la culpa jamás me abandonaría. Es una excelente madre, la hermana que mi hija no tiene, buena chica, madura para ser tan joven, queda más que demostrado con ella que la edad no define la madurez de la persona, muchos tienen la mía que ya soy un viejo, actúan de quince años o menos y muchos como Jenny, actúa como personas de mi edad o más.

Bella tiene la mejor amiga, sé que es ese tipo de chica que la aconseja, sin dejar que ande por mal camino, jalara las orejas de mi hija si quiere hacer alguna tontería.

Admiro y tengo mucho respeto por Jenny, adoro a Jacob por igual, ese pequeño llenó nuestras vidas de alegría, incluso ha enseñado a mi hija a ser madre.

Mi sueño era tener una familia muy grande, muchos hijos, sin embargo, Elizabeth tuvo problemas para concebir a Bella, después de nuestra hija, hemos intentado todos estos años un bebé, solo no se logra.

Tengo el mayor tesoro de mi vida, mi pequeña no tan pequeña, rubia, brabucona, adorable.

Bella es la luz de mis ojos.

Mi corazón se va a pedazos solo de recordar que esta noche soltaré sus alas de mis brazos para que vuele, conozca, sea feliz, pueda realizarse como ella desea.

Elizabeth me reclama por ser demasiado condescendiente con Bella, que debo ser más estricto como ella, no obstante, es mi única hija, de ambos, ella solo no puede pedirme que ya no la siente sobre mis piernas, ver películas con ella, leer un libro o solo pasar la tarde al lado de mi hija.

Tenemos el dinero suficiente para darle un auto, mi objeción, que me la libre Dios de tener un accidente, es mi miedo, que un día mi móvil suene con una noticia semejante.

Usa mi auto bajo mi control, la enseñé a conducir, soy buen conductor, pero no me fio.

Por igual lo del departamento, puedo darle uno en el centro de la ciudad, cosa que mella no hará en mi cuenta bancaria, tengo otro, pero sola a medianoche le da un dolor de cabeza, se le ofrece una emergencia o sucede un corto circuito en casa, ladrones es lo más probable, estará sola.

A pesar de que la crie como niña y niño a la vez, tus hijos es lo que más te duele y preocupa en esta vida.

Bella no es una blanca palomilla que si molestas va a dejar que seas un grano en el trasero, sabe cómo propinar un derechazo sin que su muñeca sufra graves lecciones.

Conduce motocicletas, tenemos en casa una Harley, me ha ayudado en los viñedos.

Elizabeth prefería que estuviera en casa jugando a las muñecas, tocando piano con ella, cocinando, Bella se subía en mi espalda, pegada como una cloaca, papá tenía que llevarla junto a Koa cuando venía para los viñedos.

Con su ropa igual a la mía supervisaba a los trabajadores, contaba las cajas que salían por orden y clasificación, al medio día tenía sobre mi escritorio un informe detallado.

La tentación de lo prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora