Capítulo 16

5.9K 469 117
                                    

Violette.

Aprieto el tenedor entre mis dedos hasta clavar con disimulo las uñas en mi carne.

Esta niña me irrita en su totalidad.

Parece que hace lo que se le viene en gana con todo y todos, nadie le dice nada, me gané un reclamo de Koa por su parte, una humillación que nunca antes me había pasado.

Encima sus padres parecen consentirla.

Puedo ver que a su madre no le agrado para nada, es la que peor me ve.

La muy mocosa sigue comiendo como cerda, por eso está tan gorda, lo más probable es que el vestido se descomponga al intentar ponérselo.

Encima me sonríe como si nada.

Todos babean por esa niña, Koa parece un macho celoso cuando de ella se trata, puedo darme cuenta que hay más que relación familiar en ese lazo, algo debió pasar, pasa o pasará, necesito estar alerta.

Los terremotos de Koa son eufóricos con esa chica, mi suegra trajo maletas que la mayoría son para ella, ¿para mí? Unos simples pendientes.

Solo son dos días que llevo aquí y no aguanto, prefiero la privacidad del departamento de Koa o cuando está solo en su mansión, sin los niños que agradezco que me tengan aprecio, no sé si pueda tener un hijo, mi carrera como modelo no me lo requiere, además el cuerpo me cambiaría.

—Koa, hermano —el señor Christopher rompe el silencio que por la lengua filosa de esta rubia malcriada se ha formado —. Puedes mostrarle a Violette el telescopio de nuestro muelle.

Recobro mi compostura, apartando sutilmente el plato, ya he comido demasiado, debo ir al gimnasio en cuanto regresemos a Londres, en realidad espero que sea pronto.

Finjo prestar atención, a mi esas cosas no me interesan mucho, pero lo que sea por Koa, en mis planes por ahora no influye un hijo claro está, solo si es en caso de emergencia.

—Puedo enseñarlo mañana —mi hermoso novio busca otras de esas famosas empanadas de yuca, me apresuro a yo misma entregársela, así aprovecho para ser atenta, estar a su lado, quitarle parte del egocentrismo de esa pequeña demonia rubia —. Hoy es el día especia de nuestra primera niña, debe ser dedicado solo a ella.

Otra vez esta mocosa, es la tercera vez que me hace a un lado por ella.

Mi suegra, tan amable señora, evalúa a detalle el panorama.

—Estoy de acuerdo, hijo —habla otra vez mi sueña, solo para venerar una vez más a la vandalita de su nieta —. Quedará como toda una muñeca, kaumaca como te dice mi hijo.

¿Kaumaca? ¿Qué demonios es eso? O más bien, ¿Qué significa o por qué se lo dice?

Sonríe con dientes blanco impolutos, su cara formando cachetes, cierto que es gorda esta niña.

Mi mánager ve esto o una agencia de modelos, literalmente les da algo.

—Mi hija es toda una princesa, debe ser tratada como tal —continua su madre.

El pequeño bebé que trajeron es ruidoso.

—Jacob estará encanto de ver a su madrina con toga y birrete —apoya la chica que veo ahora es bonita, aceptable sino es por los gorditos de sus caderas, es lógico, tiene un hijo, me pregunto la edad que tiene.

—Será una fiesta increíble —todos los están en mí al hablar —. Además, que nuestra querida Bella estará con su novio. Si es el chico que vi anoche a tu lado, es bellísimo.

Mi hombre deja sobre la mesa la servilleta de muy mala voluntad.

Hay algo, debo descubrirlo y afrontarlo cuanto antes mejor.

La tentación de lo prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora