Capítulo 10

6.4K 495 84
                                    

Koa.

Estoy un poco incómodo la verdad y molesto conmigo mismo, mis pensamientos se están yendo por donde no deben.

Mi mente y mi cuerpo no le hacen caso a la razón.

Me turba, me aniquila, me siento un maldito degenerado traidor con lo que me está pasando.

La noche anterior dormí tan tranquilo con su cuerpo junto al mío, Bella siempre ha tenido el efecto del calmarme, lo bestial que llevo por dentro.

Algo tan simple como su toque me relajaba, me tranquilizaba, disminuyendo el creciente deseo de salir de casa e irme a enfrascarme en una pelea callejera no me importaba con quién, yo solo deseaba una cosa, sacar mucho de lo que me carcomía.

Extrañaba a papá, si tenía una familia y amaba pasar tiempo con la pequeña niña que se había convertido en el centro de mi atención, la cuidaba por las noches, de muy bebé sucedió una tragedia por lo que Elizabeth tuvo que estar una larga temporada en el hospital, mi hermano prácticamente no dormía y tampoco comía.

Me hacía cargo de Bella junto a mi madre y en ese entonces el señor Evans que poco a poco fue domando al chico rebelde, eso creía él, la causa de mi tranquilidad era Bella. No tenía a su madre y prácticamente tampoco a su padre, me sentía responsable de ella como hasta ahora, las cosas no han cambiado.

Bella sigue teniendo ese efecto en mí y yo estoy muy mal y muy sucio ahora mismo.

No me agrada la idea de verla con semejante vestido.

No sale de mi cabeza su figura ataviada en él.

Tan, tan... ¡Agh! Me cuesta describir.

Se amolda a cada curva, su cintura se más pequeña y justo la parte superior me llevó a algo malditamente desconocido para mí.

Las cosas han estado cambiando tanto.

¡Rayos!

Creo que he sido yo el que no se ha dado cuenta de ello.

—Ya nos vamos.

Pestañeo de nuevo, enfoco la mirada, está de nuevo con la ropa que anda, la normal y no tan normal si tomamos en cuenta que es traslúcida, deja ver su sostén y la blancura de su pecho.

Necesito algo fuerte que me relaje.

Desbloqueo la pantalla del celular al aviso de un nuevo mensaje de WhatsApp, es mi madre.

—Vamos a la caja, debemos esperar a mi madre en el aeropuerto, el avión aterrizará en una hora.

Bella agiganta sus pasos.

Sé cómo ama a mi madre y mi madre a ella.

—¿Te pasa algo, Koa? —inquiere, disimulando una vez esperamos que dos personas paguen.

Encojo el hombro despreocupado.

No que yo sepa o sí.

—No es nada. Cosas de la empresa —miento —. ¿Tienes todo?

Cambiar de tema es una buena opción.

No la convenzo del todo, lo veo por cómo me observa.

—Sip, a mi abuela le gustará cómo me quedará ese vestido. No digo mi madre, siempre anda con cara de amargada.

—Estoy muy de acuerdo contigo —afirmo —. Y más si te has perdido parte de la tarde y noche conmigo. Ella me odia.

Finge delante de mi hermano, hace unos años, antes de aquella noche, el cumpleaños dieciocho de Bella en específico, he podido notar cómo me manda dagas a cada vez que puede.

La tentación de lo prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora