sunoo.

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El primer día de verano, para muchos el mejor día de sus vidas

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El primer día de verano, para muchos el mejor día de sus vidas. Para mí tal vez el peor. Bueno, puede que solo este exagerando... Pero de verdad odio el campamento.

Sí, mi mamá me obliga todos los años a asistir a un absurdo campamento del cual la dueña es amiga de mi señora progenitora. Dice que fomenta mi "adolescencia" o no-sé-qué estupidez...

- ¿Ya preparaste tus cosas, cariño? - dijo mamá, nada más me recogió en la salida de la escuela.

Suspiré cerrando mis ojos y sintiendo todo mi cuerpo pesado.

- Sí, mamá. - mentí, subiendo al auto rojo llamativo de mamá.

- Genial, este año seguro que haces más amigos y... Tal vez algo más.

- ¡Mamá! - chillé mirándola de mala gana. Mi madre era ese tipo de persona que se cree moderna y quiere que su hija le cuente todo.

Aunque claramente no le cuento nada. Solo finjo que sí tengo esa confianza con ella, para que no me moleste.

- Bueno, yo solo decía. Nunca has tenido novio. - dijo, sin dejar de conducir.

- Tal vez soy lesbiana y no te dije. - recriminé de mala gana, mirándola.

- Bueno, tampoco tuviste novia. A eso quería llegar. - dijo, con tranquilidad.

- No quiero ir, mamá.

- Siempre es la misma conversación y siempre vuelves súper contenta.

O tal vez solo finjo que no malgastaste tu dinero para nada, uh...

- Como sea. - chasquée mi lengua, llevando la mirada hacia cualquier otro lugar y cruzando mis brazos.

[ . . . ]

Mamá no dejaba de estrujarme entre sus brazos y yo solo quería morir de la vergüenza. Estaba a punto de subir al autobús que me llevaría hasta el campamento. Allí habían varios de los demás niños, aunque no todos, pues todavía quedaban otras paradas. La mía no era la última.

- Yah, mamá. - dije intentando que me soltara.

- Pasalo bien, cariño.

Sonreí leve, en forma de despedida y subí al vehículo. En cuanto me encontré dentro, esfumé mi sonrisa. Comencé a caminar por el largo pasillo del autobús, pero una voz me llamó haciéndome parar en seco.

- ¡Ryu! - sabía perfectamente de quien era aquella voz profunda.

Voltée hacia él con una leve sonrisa y Lee no tardó en engancharse de mi brazo.

- Uh, que asco. - mencioné ante tal contacto. - Felix, sueltame.

El pecoso río sin hacerme caso.
Puede que el fuera algo bueno del campamento. Lo conocí en el primer año, el australiano no sabía bien la lengua coreana, por lo que yo fui una de las únicas que pudo comunicarse con él... Y no es que quiera presumir de mi nivel de inglés, pero...

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