sunghoon.

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Conforme la castaña de larga cabellera avanzaba más, las miradas quedaban clavadas en ella

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Conforme la castaña de larga cabellera avanzaba más, las miradas quedaban clavadas en ella.

— Oh dios, ¿quién es ella?

— No puede ser real.

— Debe ser un ángel caído del cielo.

Pasó un mechón de pelo detrás de su oreja, mientras seguía avanzando hacia la entrada de la Universidad. Colgó bien su mochila con una pequeña sonrisa.

Con tranquilidad y seguridad caminó hacia la sala de profesores, guiada por los carteles que estaban colgados por los pasillos del colegio.

— Hola.. — sonrió entrando leve en la sala y cuando las miradas cayeron en ella, hizo una leve reverencia.

— Oh, debes ser Jo Haseul la nueva alumna del departamento de Arquitectura, ¿cierto?

— Sí, es un placer. — hizo otra reverencia hacia aquel señor.

— Soy el señor Cho, puedes llamarme maestro Cho. Seré tu tutor durante todo este año. — sonrió el señor.

En ese instante un chico de cabellera negra entró por la puerta.

— Profesor Cho, aquí tiene lo que me pidió. — dijo con seguridad caminando hacia la mesa del señor, con unos papeles en las manos.

— Oh, que bien que llegas, SungHoon. — sonrió el profesor mirando al chico. — Podrías enseñarle a tu compañera donde está vuestra clase.

— ¿Debo? — alzó las cejas, mirando al señor.

Y la chica solo lo miró con una leve mueca, no tiene modales por su propio profesor, fue lo único que pasó por la mente de Jo en aquel instante.

— Sí. Debes. — acabó de ordenar y el pelinegro solo soltó un suspiro saliendo del lugar. — Vamos, vamos, síguelo. — sonrió el señor y Haseul solo siguió las órdenes de Cho.

Siguió al pelinegro por los pasillos sin saber muy bien que decir. De mientras las miradas seguían cayendo por ella.

— Oh, SungHoon. — una chica se paró delante del chico haciéndolo frenar bruscamente.

Haseul quién iba detrás terminó por chocar con su espalda. Se alejó manoseando su mejilla, eso había dolido. ¿Acaso su espalda era de acero?

— ¿Qué quieres? — dijo Park, mirandola de reojo.

Haseul dejó de sobar su mejilla para mirar la situación curiosa.

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