heeseung.

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Lee HeeSeung, así me llamo

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Lee HeeSeung, así me llamo. Soy un chico normal y corriente, supongo.

Tengo diecisiete años, vivo en Seúl y asisto a un Instituto como cualquier otro adolescente.

Aunque hay algo de mí que no es tan normal como cualquier otro, algo que no puedes ver a simple vista. Mi identidad cambia cuando llega la hora y entonces me transformo en Lee Kid.
Supongo que ya saben quien es, pues las noticias están llenas de mi nombre y fotografías que alcanzan a tomar. Me causa gracia ver como la población y la policía intentan averiguar quién esta detrás de los robos.

Y luego esta ella. La única chica ante mis ojos, la flor más preciosa entre todas. Akiko Yoshida.

No sé bien cuanto tiempo llevo enamorado de ella, tal vez desde que nos juntaron en la misma clase el primer día de Instituto.

Sé que tiene un carácter difícil y apenas hemos cruzado algunas palabras en toda nuestra vida - mientras que ella sabía mi identidad, claro-.

El día después del robo en el que hablé por primera vez con Akiko, fui a clase como cualquier otro día. Intentando pasar desapercibido como siempre. La ví llegar más o menos a la hora a la que siempre solía llegar, si es que venía a clase, porque había días que se saltaba prácticamente toda la jornada de clases. Y la verdad es que a los profesores apenas y les importaba, pues la chica seguía manteniendo unas calificaciones increíbles que la dejaban entre los primeros puestos de la clase.

Se sentó delante mío, pues su sitio siempre fue ese. A mí me gusta porque puedo observarla tranquilamente.

La primera clase empezó bastante bien, era literatura y la verdad se me daba bastante bien.

Todo genial, hasta que el profesor propusó un trabajo por parejas, diciendo que el las escogería. A lo que todos comenzaron a abuchear, el profesor río y se dejó convencer. Así cada uno comenzó a escoger sus parejas a su placer. El profesor de literatura era muy pasivo, sin más.

Entonces la melena negra que tenía en frente dio un giro, haciéndome quedar paralizado. Es gracioso ver como los papales se invertían a los de la noche anterior. Ahora ella parecía controlar la situación.

- Vamos juntos. - dijo en un tipo de afirmación, aunque con un toque de pregunta. Tal vez estaba algo insegura, aunque no quería admitirlo.

Miré detrás mío y luego hacia delante de nuevo. No había nadie detrás, definitivamente me estaba hablando a mí.

- Oh... Mmh... Eh, sí. - dije tímidamente, pues apenas habíamos hablado un par de veces en toda nuestra vida.

- ¿Te parece bien en tu casa? - pregunto la fémina.

- Sí, claro. ¿E-esta tarde?

- Claro que sí. Escríbeme tu dirección. - dijo ella, extendiendo un papel y apunte mi dirección.

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