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el niño al qué tenían que cuidar se escapa !

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Al principio no se dió cuenta de que el niño ya no estaba a su lado. Después de un tiempo se dio cuenta de que el niño, no contestaba a ninguna de sus preguntas y al mirar vio que no estaba. Lo primero que hizo fue buscar por la casa y lo encontró rápido, pues conocía bien a aquel niño.

Al principio tampoco se dió cuenta, tardó bastante en ver que el niño ya no estaba junto a él en la mesa. Abrió los ojos y pensó en si se habría escapado de casa. Lo descartó porque no había escuchado la puerta. En ningún momento pensó en llamarte, pues no quería decirte que había perdido a tu hermano por la casa, así que solo siguió buscando sin mucho éxito. A este paso llegarías antes de que el pequeño apareciera.

Le contó un cuento a la pequeña y vio como se quedaba dormida. Sonrió y fue a guardar el libro, cuando volvió para apagar la luz vió que la niña no estaba. Se asustó mucho y comenzó a buscar por el cuarto rosa sin éxito. Fue a buscarla al baño, a ver si le habían entrado ganas de ir al baño, pero tampoco estaba ahí. Bajó a la sala y la vio allí, jugando con sus muñecas.

— Oh, hoonie Oppa, me encontraste. — hizo un puchero, mientras que el patinador la cargaba en brazos.

Él era el encargado de cuidar a tus dos hermanos pequeños. Eran gemelos y muy revoltosos, pero nunca pensó que cuando le habían pedido ir al parque iban a acabar escapándose.

— SALGAN DE DONDE ESTÉN, ESTO NO ES GRACIOSO. — gritó el australiano, buscando a los niños, mientras que todas las miradas de las madres y padres caían sobre él con desagrado.

Este había decidido ir con tu hermana pequeña al centro comercial, pero la acabo perdiendo en medio de la tienda de juguetes.

— Deben encontrar a mi niña. — dijo hablando con un señor, que acabó pensando que era su hija. Aunque en realidad era la hermana de su novia, pero le tenía bastante cariño a la pequeña. — Es más o menos de esta altura, y tiene cinco años. Llevaba dos coletas.

Al final la encontraron y se la trajeron de vuelta.

— Ser padre joven no debe ser fácil. — sonrió el señor devolviendole a la niña y Sunoo solo murió de vergüenza.

Estaba jugando con el pequeño cuando una llamada tuya entró en su teléfono. Dejó de mirarlo unos segundos para hablar contigo y cuando volteó el niño ya no estaba.

— Eh... Esto... MinSun tiene hambre. Hablamos después. — colgó rápidamente y comenzó a buscar al niño desesperado.

Lo encontró en la cocina manchando todo de chocolate. Al final no era mentira que tenía hambre.

Fue a hacerle unos bocadillos a tu hermana, pero cuando volvió la pequeña ya no estaba sentada jugando con sus muñequitos. Se asustó mucho y desesperó. Buscó por toda la casa pero no la encontró y acabó llamandote.

— No encuentro a MinHee. — hizo un leve puchero. — Esta bien, miraré allí.

La acabó encontrando donde le dijiste y se sintió bastante aliviado.