sunghoon.

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- ¿Estás segura? No creo verme bien con-

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- ¿Estás segura? No creo verme bien con-

- Deja de lamentarte, bebé. - contestó la otra chica.

Las dos miraban sus reflejos en el espejo de la habitación de la más alta de las dos.

- No sé, MinYoung. - protestó de nuevo, mirándose con un pequeño puchero en el espejo de su mejor amiga.

- Vamos, Valeria. - la agarró por los hombros. - Estas buenísima y este atuendo lo confirma. No entiendo que hay de malo.

Ajam. Valeria.

Un nombre demasiado extraño para la población coreana. Pero así era como se llamaba la de nacionalidad surcoreana.

Al principio a mucha gente se le dificulta pronunciar su nombre, pero al cabo del tiempo acaban haciéndolo bien. Básicamente no causa ningún problema en sus amigos cercanos.

Valeria suspiro viéndose de nuevo en el espejo.

¿Buenísima? ¿Ella?

¿Acaso su mejor amiga se había visto en el espejo? MinYoung era la chica más guapa que nunca había visto antes, su cara era totalmente sacada de en cuento y su cuerpo el típico que cualquier chico desearía.

MinYoung sí estaba buenísima.

- Es que, no creo que sea buena idea al fin y al cabo. - terminó Valeria, yendo a sentarse en la cama.

- Pero, Val, todos vamos a ir. - dijo la castaña, arrastrándose hacia su amiga la pesimista. ¿Desde cuando a Valeria le importaba tanto como se viera?

- ¡Para ti es fácil decirlo! Tu vestido es genial. - murmuró viendo el vestido negro y ceñido que llevaba puesto su amiga, el cual dejaba ver su preciosa figura.

- Pero tu falda también está muy bien, no sé que le ves de malo, enserio. - comentó la castaña, argumentando para ver si Valeria se daba por vencida.

Antes de que la menor pudiera replicar un sonido vibró por toda la habitación. Rápidamente, MinYoung, se abalanzó sobre su móvil y leyó la notificación de la pantalla.

Le mostró su teléfono móvil a su amiga, para seguidamente hablar:

- Los chicos ya salen, vamos, no puedes decir que no vas a ir ahora.

Y así es como terminó saliendo de la casa de su mejor amiga, tomadas de la mano, aquel sábado por la noche.

Caminaron sin soltar sus manos, mientras pensaban en que aquella noche iba a ser increíble.

Teóricamente habían quedado con sus amigos delante de la estación de metro, para después todos juntos agarrar el transporte que los llevaría hasta el lugar.

En cuanto las dos amigas llegaron se percataron de que no eran las primeras, pues una figura muy conocida reposaba en una de las paredes de la entrada al metro.

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