ni-ki.

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- ¡Dejénme! - gritó la niña, con pequeñas lágrimas asomándose por sus ojos

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- ¡Dejénme! - gritó la niña, con pequeñas lágrimas asomándose por sus ojos.

El chico, seguramente dos años mayor que ella, unos ocho años, aproximadamente, río mientras sacudía la mochila rosada con el dibujo de un unicornio.

- Cállate, maldita pecosa. - dijo su amigo y los demás rieron por el apodo.

La chica solo se limitó a llevar una mano hacia su mejilla, en donde sus pecas se asomaban. Pronto notó como algo mojaba su mano; sus lágrimas.

- No hay nada. - el "líder" pateó la mochila hacia ella. - Era de esperarse de una pobre como ella. - la miró de mala gana y sus amigos rieron.

La niña solo lo miró sintiéndose mucho interior al niño, que la miraba con arrogancia.

- Deja de molestar, inútil. - una voz grave y fría sonó detrás de la pelinegra.

Los tres chicos miraron a la figura de detrás de mala gana y la chica tuvó que voltear lentamente su cuerpo para poder ver bien de quién se trataba.

Era un niño, parecía más mayor que ella también. Aunque no lo conocía de nada.

- Oh, que bien verte por aquí. - sonrió, el que siempre iba en medio de esos dos.

- No pienso lo mismo. - el recién llegado se acercó a la niña y agarró la mochila, para después ayudarla a levantarse del suelo. Le ayudó a colocarse su mochila y dio un paso a delante encarando a los dos chicos. - Ya me tienen harto con sus jueguitos, dejen de molestar a los demás, así no van a llegar a ningún lado.

- Oh, ahora es Don-listillo. - dijo el que se las daba de inteligente, con un tono súper infantil.

- En fin. - fue lo último que dijo el castaño, para después mirar a la niña. - ¿A qué esperas? Vete.

[ . . . ]

- ¡Síiiiiiiii!

Hyemin volteó al escuchar el grito de alegría de su amiga, encontrándose con esta misma dando saltos sobre sí misma mientras la miraba con una sonrisa.

- ¿Qué pasa? - preguntó y entonces su amiga pareció sonreír todavía más, seguramente estaba esperando esa pregunta.

- ¡Sí!

- ¿Sí qué?

- ¡Sí hay club Voleibol! - gritó la pelinegra hacia su amiga, casi dejándola sorda.

- Oh; genial. - dijo, sin darle mucha importancia.

- ¿No estás emocionada? - preguntó, con el ceño fruncido, la contraria. - ¡Volverás a colocarme pelotas de nuevo! ¡Y esta vez en un equipo de verdad! ¡Volveremos las imparables Kim Hyemin y Kang Yubin!

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