Cap 51

58 9 0
                                    

POV Normal

La historia se repetía una y otra vez,
Los erizos arreglaban algo, alguno hacía las cosas mal y era reprendido por el otro.
Peleaban un poco, se enojaban y momentos después se disculpaban y seguían con su labor.
Todo se veía bastante bien, cuando acabaron.
La chica rezaba porque le pareciera igual de lindo a su padre.
Y es como si lo hubiera llamado mentalmente, justo cuando pensó en el, él auto negro con plateado del propietario de la casa estaba enfilando la entrada a la vivienda.

- Ya viene Mephiles...- Inquirio la rosada-... OH POR DIOS, ¡¡YA VIENE MEphILeS!! SHADOW, TIENES QUE IRTEEEEE.

- ¿Ah?... ¡¡Ah!!- El vetas de carmesí pegó un brinco al darse cuenta de que el mayor estaba por entrar a la casa.
Buscó desesperadamente una salida alternativa.
Rápidamente pensó en la ventana que estaba rota, iba a volver a salir por allí.
Cuando la vio, tomó aire y corrió lo más rápido que pudo, para poder pasarla sin sentir los vidrios que se habían quedado incrustados en el borde del marco.
Al saltar para pasar al otro lado de la casa, le sorprendió escuchar el sonido de múltiples cristales rompiéndose.

- ¡¡AHHHH!! ¡ERA LA OTRA VENTANA, IMBECIL!- Escuchó decir a su negativa, desde la sala.

Efectivamente, había saltado por la ventana que no era.

- Ah, rayos. BUENO, NO HAY TIEMPO- Grito al ver que la perilla de la puerta principal se estaba moviendo- EXPLICALE QUE LUEGO LE PAGOOOOO- Exclamó para salir corriendo fuera de la propiedad.
Aunque pocos metros antes de llegar a la valla trasera, se detuvo.
Decidió mirar por si acaso, nunca se sabía que podía pasar.
Se devolvió silenciosamente.
Conforme se acercaba más, podía oír que su amiga y el mayor habían establecido conversación.
El veteado carmesí podía notar el tono nervioso de la rosada, el azabache oscuro, al parecer, aún no se había dado cuenta de nada, ya que hablaba de forma totalmente normal.
Así que se deslizó suavemente por el agujero de la ventana rota, procurando que sus púas resaltarán los menos posible entre los vidrios rotos.

- Jaja, si...- Inquirio la chica, como respuesta a una pregunta de su padre- Emmh... ¿Y cómo te fue en el trabajo? Me enteré que estas tratando de empezar en la industria CEFACO- Añadio, sonriendo forzadamente. En un desesperado intento por desviar la atención de su mayor.

Este alzó una ceja, sorprendido, ya que, normalmente, su hija no se solía preocupar por su vida privada.

- Pues- Empezó, con una sonrisa, pensando que talvez la relación entre el y la chica, se podría ir fortaleciendo poco a poco- Me fue bien, me costo un poco entrar, pero si me aceptaron.- Mencionó.
Efectivamente, Mephiles empezaba a pensar que debia darle un mejor ejemplo a su hija, y a Eva, ya que normalmente robaba, no tenía trabajo.
Decidío, al final de una gran maraña mental, dejar la vida de delincuencia eh intentar limpiar su expediente criminal, empezando por conseguir un trabajo fijo.

- Y dime, hija- La rosada se estremeció gravemente al oír esa palabra- ¿Que has hecho estos días?- Le pregunto su padre, en plan amistoso.

La chica bajo un poco la mirada, repasando involuntariamente todo lo que habían pasado esas semana.
La hospitalización y recuperación de Sonic.
La aparición de la hermana real de Eva.
El conflicto por su adopción.
La nota misteriosa que encontró en su cuarto aquel día.
El incendio de la cocina.
Y, claro, las ventanas rotas.

- Eh... mucha tarea del instituto, Mephiles, y trabajo, jeje.- Dijo, soltando, como siempre, la típica risa nerviosa que la había delatado en múltiples ocasiones.

- Ya veo, me alegra que seas tan aplicada- Añadio el azabache oscuro, guiñandole un ojo- En fin, voy a cocinar unas cosas, porque salí desde las 5:00 am y ni siquiera desayuné.

Amelia estaba sufriendo 17 paros cardíacos en ese instante.
Corrió rápidamente para interponerse entre la puerta de la cocina y su padre.

- A-ah... Mephiles...- Dijo con la voz entrecortada, bastante asustada, a decir verdad.- T-tengo que decirte algo... antes de que pases a la cocina.

El comportamiento de su hija inmediatamente preocupó al mayor.

- ¿Qué pasó, Amy?- Inquirio tomando una postura precavida. Inspeccionando si su hija tenía algún tipo de herida que pudieran hacerla sentir tan nerviosa.

- Eh... es que... digamos que...- Hizo una mueca- que... ya no tenemos cocina- Sonrío nerviosamente, inspeccionado la cara del veteado.
Este estaba ciertamente desconcertado, relajo su postura y puso cara de confusión.
La chica se corrió, dejando espacio para que el erizo pasara a la sala antes mencionada.
Este procedió, frunciendo su entrecejo.
Al abrir la puerta, la chica pudo notar como el cuerpo de su padre se ponía rígido, casi instantáneamente.
Este soltó la perilla y camino alrededor de todos los muebles chamuscados, observando el interior de la habitación.
Si bien, Amelia y Shadow habían acomodado todo de una forma que no fuera tan malo, el daño seguía siendo indescriptiblemente evidente.

- ¿¡Qué demonios pasó aquí!?- El azabache se volvió bruscamente hacia su hija, y la tomó del brazo, ejerciendo mucha precisión sobre este, a lo que el dolor no se hizo esperar.
La chica se asustó a sobremanera, forcejeando un poco para intentar soltarse, sin embargo, y por obvias razones, le fue imposible.
- ¿¡Acaso crees que yo puedo decir "Quiero una cocina nueva" y esta va a aparecer mágicamente!?

- N-no...- La eriza estaba temblando levemente, y las lágrimas estaban empezando a bajar, mientras su brazo aún era presa de la fuerza de su padre.

- ¡Tu vives aquí solo porque YO te lo permito!, ¡Me dabas lastima! ¡ERAS MI HIJA! ¡Accedí por esas razones! ¿¡Como iba a esperar que casi incendiaras mi casa!? ¿¡Qué hubiera sucedido si las llamas se extendían y tu no hubieras podido pararlas!? ¿¡EH!? ¡LA CASA SE HUBIERA IDO A LA MIE*DA!

- ¡Juró que esa no era mi intención!- La chica se echaba para atrás, haciendo fuerza para escaparse del agarre, en vano, claro, mientras seguía llorando del miedo.

- ¡Por eso me preguntaste que como me había ido! ¡NO FUE PORQUE TE PREOCUPES POR MI! ¡Eres una interesada!- Esas palabras le dolieron bastante a la chica, que, ya cansada por hacer tanta fuerza para intentar soltarse, cayó de rodillas en el suelo, con la cabeza mirando al piso.
El mayor la jaló del brazo de manera violenta, obligándola a mirarlo a la cara.

- Esto se va a quedar así- Le gruñó entre dientes- ¡Te me vas a ir de esta casa! ¡Tu y esa mocosa! ¡¡NO LAS QUIERO VER MÁS AQUÍ!!- Sucesivamente, soltó a la chica del brazo, dejándola caer sobre el piso.
Luego de eso, salió de la habitación.
Amelia se sentó en el suelo, mirándolo fijamente.
Volteo a ver a su brazo, pasando totalmente de la marca que ahora estaba pasando de roja a un color morado oscuro.
Sintió que lo había perdido.
Había perdido la oportunidad de arreglar las cosas pacíficamente.
Y solo, se dejó suspirar pesadamente.
Mientras se acostaba en el suelo y se secaba las lágrimas.
Sin embargo, estas volvían a brotar.
Y así cada ves que las retiraba de su rostro.
A lo poco, su padre volvió a la cocina, y entre grito y grito, la chica logró comprender que le estaba exigiendo el dinero de las ventanas.
Asintió débilmente y el mayor le dijo que empacar sus cosas.
Se iría mañana a primera hora de la mañana.

Dos polos distintosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora