Cap 34

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POV NORMAL

- T-te tengo que decir algo, Shadow...- El cobalto agachaba sus orejas con notable vergüenza.

- Habla, ya me imagino que hicistes una estupidez.

- Bueno...no...pero....eh, este...

- ¿Te vas a quedar tartamudeando o vas  a abrir la boca para algo productivo?

- Suspiro- Eh...y-yo... yo.... se que te vas a enojar...

- Mira, no sé para qué me vienes a molestar si al final no vas a decirme nada.

- ...- Suspiró largo, el erizo trataba de tranquilizarse. Tenia que decirle a su hermano sobre los sentimientos que tenía hacia Amelia.- Yo... amo a Amy...y...v-voy a pelear por ella...si es necesario...

Se ganó la atención de su hermano al instante. El azabache,  que había estado sentado mirando su móvil, se había parado.

- ¿Q-qué tú qué?...

- Y-ya me oíste... yo... amo a Amelia...

- ...

El veteado miraba el suelo, estaba espantando. El mismo no sabía lo que el sentía por la joven eriza rosada, pero tenía claro que la quería a su lado. Solo a su lado. ¿Qué le pasaba?. No, el no se podía enamorar de nadie. El le había hecho una promesa a María Robotnick. No pensaba romperla. Jamás.

Flashback

- No me olvides, Shadow. Prometeme que siempre me amarás.

- María,  no, espera!!

- Prometemelo, Shadow...

Las lágrimas inundaban sus cuencas.

- L-lo prometo...

Dicho esto, la joven humana presionó el botón para expulsar la cápsula, siendo estas las últimas palabras que el oiria de ella.

Fin del Flashback.

- ¿Shadow?

El azabache sacudió la cabeza.

- Dejatela... yo ya tengo a alguien importante para mi...

- No te refieras a ella de ese modo. No la trates como a un objeto.

- ¡Yo la puedo tratar como me de la gana!- El cobalto retrocedió, espantado por las palabras que salían de la boca de su hermano- A mi solo me importa una persona, y será la única que me importe.

El vetedo bajo las orejas, avergonzandose de lo que estaba diciendo, sonaba machista, estupido. Se sentía despreciable,  pero no se podía enamorar. No podía... o talvez, tenía miedo dé.
Tenia miedo de enamorarse de nuevo y de volver a perder a esa persona. Miro al suelo.

- Y-yo...

- ¡No!- El veteado lo miro extrañado ante su alto tono- ¿¡Como te has atrevido a hablar así de ella!? ¡¡La tratas como si te perteneciera y pudieras jugar con ella hasta que te aburrieras!! Luego la dejarías. Como basura. ¡Y-yo la amo!, Jamás la haría sufrir... o al menos nunca querría verla sufrir... Tu pasado te atrapa, Shadow... Pero ella no es María. Y porque no lo sea, no significa que no se merezca tu aprecio. Pero si tu no la aprecias..yo..yo la amaré por lo que tu no la quie-

Una bofetada fue a la cara del cobalto.

- ¡¡Cállate, grandísimo idiota!!
No hay nadie a quien yo quiera más que a Amy. Ella me ha abierto muchos caminos y ha cerrado los que no me convenían...ella me hace sonreír, sentirme tranquilo. Soy estupido, demasiado si llego a volver a decir esto que eh hablado. La nostalgia es algo contra lo que lucho y seguiré luchando pero Amy me ayuda a superarlo...y yo la eh...-

Una patada chocó contra su estómago.

- Ojo por ojo... y diente por diente.- El cobalto se paró.- Eres una decepción, Shadow. Hablando así de las personas solo porque te aferras a un estupido recuerdo. María-esta-muerta. Acéptalo.

El erizo azulado salió de la casa, tomando las llaves del coche de su hermano. Se montó al automóvil y lo encendió. Iba enojado, demasiado enojado. El amaba a Amelia y repugnaba todas las palabras que su hermano le dedicó a la rosada. Iba con la sangre hirviendole en tercer grado. Tanto así que no reparó en el bus que pasaba por la calle de en frente.
Colapsó.
El golpe llevó su cabeza contra el volante, rompiendo vidrios y encrustandolos en diversas partes de su cuerpo. La nariz se le rompió por el impacto. La sangre corría por su rostro
y sus brazos. El carro estaba vuelto. Su ropa manchada por la sangre. Y el, inconsciente. Pensando que si ese era su último recuerdo,  quería pensar en Amy. Para llevarse con el, la hermosa imagen de la eriza que lo hizo reír de tantas maneras con una solo sonrisa.
Los gritos de espanto y el sonido de las sirenas de hospital acercándose eran un leve sonido de trasfondo. El débil palpitar de su corazón apagándose lentamente le llenaba sus oídos. Sumiendo sus sentidos en la más oscura de las tinieblas. Y aún así, se sentía tranquilo. Feliz. Sus ojos se iban cerrando poco a poco y su corazón cada vez era más lento y más débil. Esbozó una leve sonrisa. Y abrió su boca para articular talvez sus últimas palabras.

- Recuerdame, Amy...

Dos polos distintosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora