Cap 39

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Un molesto sonido movia las orejas de la eriza.
La rosada frunció el entrecejo, tratando de, con una almohada en su cabeza, bloquear aquel desdichante tono de Flowers. El cual ella odiaba porque le indicaba la hora de dejar de dormir plácidamente para ir a trabajar los sábados a las 5 de la mañana.
Le habían cambiado la jornada, ya que si quería quedarse con tal trabajo en medio de la pandemia actual, debía mostrar que estaba dispuesta a sacrificar lo que fuera, entre ello, su tiempo para descansar después de una horrible semana en clases virtuales.
Pensando en todo esto, se percató de que el despertador volvía a sonar, por ergo, que se había quedado 5 minutos más, pensando en las tonterías que ya sabía que no podría cambiar.
Se sentó en la cama, deseando poder destruir ese aparato por quincuagésima  en la semana.
Al frotar sus manos contra su cara, en un vano intento de despabilarse, abrió los ojos, se levantó y se encamino al baño.
Eva estaba en una pijamada con Cream, Chesse y Vainilla.
Mephiles estaba de compras.
La casa era de ella sola.
Claro, iba a ser de ella sola...
Después del trabajo.
Suspiro pesadamente.

- ¿Podrías suspirar más silenciosamente? Algunos estamos tratando de dormir.- Una voz grave se hizo presente en la habitación, detrás de la rosada.

- ¡¡¡AHHH!!- La eriza se volteó y llevó una mano al pecho, abriendo los ojos como platos y la boca en un agudo grito.

- Dios, Rose. ¿Así te despiertas todos los días?.

La rosada apenas se estaba recuperando del susto, aún así, estaba tratando de asimilar el porque el azabache estaba allí, en su cama, en la casa de Mephiles, en una calle que el ni conocía.

- ¿Q-que estas haciendo aquí?- Dijo la rosada acercándose al bulto en la cama que representaba al erizo durmiendo, o bueno, tratando de.

- Ni yo me acuerdo, pero tengo sueño, y ya que estoy aquí, voy a dormir.

- ;-;...Bueno? Yo tengo que trabajar, así que me ducho y me voy. Después de que yo me vaya, tu te vas. ¿Capishi?.

- ¿Porque eres tan mala?

- ¿Porque sigueis aquí?

-...

- Exacto.

- >:"v.

- Bueno, me retiro.

- No estoy acostumbrado a oírte hablar tan formalmente.

- Pues...

- Normalmente solo hablas así con los desconocidos. Sé que eres muy desconfiada.

- Pues...sí. ¿Como sab-...

- Simplemente te conozco, Rose.

- Eso me da miedo.

- Bueno, que estemos hablando no me quita el sueño. Así que mejor ver- ¡Ah! Espera, creo que ya se porque estoy aquí :D.

- ¿En serio?

- Si, creo que... me trajeron los alendrigenas.

- ;-;

- Nah, mentira. Ayer en la noche fuimos a un bar...creo. Y luego....eh...

- Oh, sí. Ya recuerdo. Tomaste tanto que chocaste 5 veces con la misma mesera. Ah, y también vomitaste. Supongo que te traje acá porque estabas tan borracho que no ibas a saber ni como entrar a la casa.

- ;-;...(poker face)

- La historia tiene sentido.

- Mmmm, no. No la tiene para mí.

- Si, para ti. De seguro se te quemaron las neuronas por cada botella de alcohol que tomaste.

- Oie! >:v.

- Bueno, ya desde antes eras medio bruto.

- OYE! >:V

- Si, la verdad es que desde que te conocí me di cuenta de que eras un grandísimo pendejo.

- Wey, bajale dos rayitas a tu honestidad.

- Mmmm, nope. Me voy a duchar. Adiós.

- Te odio.

- Perdón, ¿Qué dijiste?

- Q-Que tengo un autocorrector.

- Si, eso creo oír.

- Hpmh...

La eriza se retiró de la habitación, dejando al azabache luchar contra las sabanas de su cama.
En múltiples ocasiones, más que nada por su manía de moverse tanto al dormir, se caía de esta.
Cuando al fin se dio por vendido al caerse por 6° vez, se levantó, suspirando frustrado por el poco espacio que la cama de la rosada le ofrecía.
Se encaminaba escaleras abajo cuando recordó que no estaba en su casa.
Volvió a subir, a esperar que la eriza saliera de la ducha y se pudiera ir, puesto que no se quería retirar sin despedirse de la oji-Jade.
Para matar el rato, observo todos los rincones de la habitación, la cual era de color blanco con puntitos dorados y negros.
Si bien, la mayoría de la casa tenía esta decoración, tanto el portón como la pintura por adentro y por fuera de la instalación.
Había un cuadro pequeño con una fotografía.
Lo que era extraño era el hecho de que el objeto no se hayaba en una mesa de noche o escritorio, ya que yacía en un espacio apartado en la esquina superior derecha del clóset de la eriza.
Se subió a la cama, tratando de ver mejor el objeto.
Extendió su mano, estando a unos pocos centímetros de lograr su objetivo.
Hasta que una puerta abriéndose hizo que pegara un brinco, perdiendo a su vez el equilibrio y cayendo con todo y clóset al suelo.

- ¿¡Pero qué demonios!?- La eriza se llevó una mano a la frente mientras abría la boca preocupada.- Shadow, ¿Estas bien?...Espera, ¿Que estabas haciendo con mi clóset? ¿¡ESTABAS TRATANDO DE VOLAR!? No seas pendejo, los erizos no vuelan  grandísimo idiota >:v.

- No seas tonta, Rose.- El azabache se levantó poco a poco del piso, mientras sobaba su cabeza y levantaba su mirada carmesí- Estaba tratando de llegar a una foto que estaba encima de tu clóset.

- ¿Había una foto encima de mi clóset?

- Si, ¿No lo sabías?

- No...- La rosada caminaba hacia lo que antes era un clóset perfectamente firme, para ver si encontraba lo que el erizo le describía.
Al poco rato de llegar al lado del azabache, pudo distinguir una pequeña esquina de marco debajo de un vestido negro.
Lo sacó, para luego ver con curiosidad la imagen que se encontraba detrás de él ahora roto cristal del marco.
La rosada abrió sus cuencas a más no poder, así también su boca.
Unas pequeñas gotas amenazaban con salir de su lagrimal y deslizarse a lo largo de sus mejillas.
Soltó la foto, dejándola caer encima de algunas prendas, y retrocedió como si le  hubieran asestado un golpe.
Se dirigió a toda prisa escaleras abajo, dejando al azabache totalmente confundido.
Este agarró el marco que la eriza había dejado caer, y lo miró.
Sus ojos igualmente se abrieron con notable sorpresa, ya que ante su vista se encontraba una foto de la rosada, cuando era pequeña, junto con una eriza lila y un veteado verdoso, el cual ella decía que era su padre.
Era una foto familiar.
Ya entendía todo.
Oh, eso creía el.

Dos polos distintosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora