Cap 31

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(🚫si ud es sensible a lectura violenta se le recomienda que se adelante hasta donde acaben las letras en negrita🚫)

- Amy!
- Amelia!
-Rose!
-Amyy!
- ¿¡Que quieren!?- Voces se filtraban en su cabeza, gritando desgarradoramente su nombre. Pidiendo ayuda. Demostrando un frío dolor.
- Amelia!
- Amy!
- ¡Déjenme en paz!- La eriza tomaba su cabeza entre sus manos, tratando de silenciar los gritos.
- ¡Ahhh!- Una voz femenina grito de dolor, erizandole el cabello a la rosada.
Parecía estar en plena masacre, dónde todos los ejecutados la conocían.
Entonces una voz en específico la alertó.
Era una voz grave.
Una voz bien conocida por ella.
Una voz a la cual nunca querría escuchar gritando de esa forma.
- ¡Ahhh!
Se acercaba lentamente de dónde provenían los gritos.
Todo era negro.
Solo se podía ver ella, caminando en un interminable vacío incoloro.
Un vacío que parecía el mismo infierno.
Un cuerpo azabache se miraba tumbado de lado, sufriendo.
Gritaba de agonía, como si estuviera muriendo.
- ¡Shadow!- La eriza se lanzó al lado del sufriente cuerpo.- ¿¡Qué te duele!?, ¿¡Qué pasa!? ¡¡Hablame, Shadow!!.
- ¡M-me quemó! ¡¡Ahhh!!.
- ¿¡Pero dónde!?- El azabache parecía intacto, no parecía tener lesiones.
- ¡¡Por todo el cuerpo!!. ¡¡Ahhh!!- Gritaba, no paraba de gritar.
Por más que parecía que cada inhalación era la última del azabache,  no moría.
Era como si quisieran hacer sufrir a la rosada, torturando a alguien tan especial para ella.
Parecía como si el erizo se estuviera quemando eh incinerando por dentro.
A lo poco se escuchó otro grito, proveniente de una hembra. Un chirrido resaltante de entre los demás gritos de agonía que habían de trásnfondo.
- ¿E-Eva?- La eriza lloraba. Lloraba de desesperación al saber que no podía hacer nada.
Se acercó al sonido.
Temiendose la siguiente escena.
La lince se encontraba parada, mirando al suelo, mientras gritaba de desesperación.
Tenía las piernas un poco separadas, y las manos en su pecho, mientras gritaba, como si mil pedazos de vidrio se clavaran en su joven y pequeño corazón.
La eriza sólo se quedó helada, su mente dejó de estar en ese vacío.
Se perdió.
Levanto la vista, mirando ahora los cuerpos que gritaban mientras se desplomaban en el suelo.
Algunos tenían leves convulsiones.
Las lágrimas de la rosada no tardaron en volver a salir.
Miraba con horror la masacre que estaba a su alrededor.
La lince gritaba el nombre de su mayor, suplicandole auxilio.
De la nada, en la cual parecía que se encontraba ella misma, todo ruido desapareció.
Durante un leve momento reinó el silencio.
Se hayó ella sola, parada en agua.
Así es, agua.
Pero no era una en la que se hundía hasta ahogarse.
Sino una que la sostenía firmemente.
Ella se tumbó de rodillas, llorando. Rememorando el dolor que vio en los ojos de su compañero y mejor amigo.
Recordando y reviviendo el sufrimiento que era ver a alguien especial morir delante de tus ojos.
Un tacto en su rostro la hizo devolver la vista a aquel interminable lugar.

- Amelia...- Hablo. Terminando en un suspiro.

- M-mamá?- La rosada reconoció su susurrante voz.- ¿Eres tu?

Una risa aterciopelada se hizo presente, alejándose de ella, apagándose lentamente, y dejó otro vez, el silencio.
Aquel frío silencio que acompañó a la hembra rosada durante tantos años.
Aquel silencio que le hacía recordar las pesadillas que vivió.
Aquel silencio que le rememoraba la soledad que vivió durante días interminables.

- Ahhh!!- La rosada despertó gritando, en un lugar vacío.
No era una habitación.
No.
Era una playa.
Una hermosa y linda playa.
Al principio no sabía dónde estaba.
Luego cayó en la cuenta.
Era aquella playa...
Aquella en la que la madre de Shadow y el, recogieron aquella perla que ella llevaba en su cuello.
Era un recuerdo.
Un sueño compartido.
No era de ella.
Sino del azabache.
Camino hacia la eriza carmesí con cabello dorado.
Llevaba un vestido blanco y un sombrero café con una cinta dorada en su borde.
Giro su cabeza en la dirección en la que la eriza mayor veía.
Había un niño, bueno,  estaba ese niño.
Venia con una tabla de Surf.

- ¡¡Mamá!!, ¡¡Mamá!!, ¿me viste?.

- ¡Si, mi cielo!, Estuviste increíble.

La eriza miraba la escena, entendiendo todo el cariño que le tenía Shadow a su difunta madre.
Y aún más sorprendida por la confianza que depositaba el azabache en ella, al darle esa perla de mar tan amada por aquella mujer.

A la lejanía se podía ver a alguien.
Alguien que también veía la escena del veteado y su madre.
Era el oji-carmesí.
Que miraba desde la distancia aquel preciado recuerdo para el.
La rosada se acercó a él.
Caminado desde una orilla del mar, a la otro, donde se encontraba situado.
El la miro, cuando se encontraron frente a frente, con pequeñas lágrimas en los ojos. Mientras se cruzaba de brazos.
La eriza se limitó a abrazarlo.
El correspondió.
Se deslizaron lentamente hasta quedar de rodillas en la arena.
Los dos lloraban.
Lloraban de dolor.
Uno que entre ellos comprendían.
Duraron así unos largos segundos.
Hasta que cada uno se desvaneció, al igual que la playa y el recuerdo.

...(...)...

Poco a poco la eriza abrió los ojos, esta vez si se encontraba en su habitación, en la casa de su padre, aunque ella no lo quisiera reconocer como eso.
La pequeña lince la miraba con los ojos muy abiertos y preocupados.
La niña se encontraba a su lado, en el borde de la cama.

- ¿Amy...?, ¿Estas bien?, Gritaba y llorabas en sueños. Mephiles se asustó mucho. Me dijo que llamara a una ambulancia, pero...- la pequeña enmudeció.

- Pero le tienes miedo a las ambulancias- Dijo completando la frase que la lince dejó en el aire.- No te preocupes,  estoy bien. Solo fue...una pesadilla- Dijo la rosada esperando que sus palabras fueran verdad.- Bajare a comer, eso se lo puedes decir a Mephiles. Solo me duchare y me arreglaré.

- Oki

-...- La eriza estaba pensativa.

- ¿Amy...?

- ¿Te gustaría después ir a la casa del Sr. Shadow?

- ¡Claro!. Iré a decirle al Sr. Mephiles que ya casi bajas.

- Si, por fa.

La lince bajó las escaleras para dirigirse a la cocina.
La rosada se despabilo.
Salió de la cama y cuando estaba por entrar a ducharse su celular sonó.

- ¿Aló?
- Rose, tenemos que hablar.
-...
- ¿Rose?
- Si, tenemos que hablar.

Dos polos distintosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora