56. La decisión

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Alonso.

Problemas. Eso era lo único que teníamos últimamente en la disquera.

Que si salíamos a un lugar, estaba mal. Que si veían a los chicos con sus novias, estaba mal. Si armábamos un show, aún sin utilizar el nombre de la banda, estaba mal.

¿Entonces qué podíamos hacer que no necesitara autorización previa de la disquera?

Los chicos y yo estábamos reunidos en el departamento de Jos; hablábamos del futuro de la banda, los pros y contras de continuar unidos. Sin embargo, a pesar de creer y confiar en fortificar nuestros pros, no creíamos que fuera lo mejor.

—No tengo planes para después de esto. —pronunció Alan con la mirada perdida, los cuatro restantes nos miramos con tristeza.

Jos tenía planeado sacar música en el futuro, al igual que Freddy. Bryan viviría normal y tranquilo con su novia; y yo, por mi parte, deseaba tener un periodo de tiempo tranquilo para disfrutar con Emma y, después, dedicarme nuevamente a la música.

Pero Alan se había mantenido callado durante toda la conversación, sabía que se sentiría triste después de esto pero él aceptaba la decisión debido a que tampoco veía un crecimiento como grupo.

—¿Lo haremos hoy? —cuestionó Alan después de unos segundos.

Sabía que todos nos sentíamos nerviosos, pero si nos presentábamos al mismo tiempo para dejar en claro lo que queríamos no les quedaría más remedio que aceptar nuestra petición.

Los cuatro asentimos como respuesta a la pregunta de Alan. Nos mantuvimos en silencio por unos minutos más.

Miré la hora en el celular, si no me equivocaba Emma tenía libre la siguiente hora así que aprovecharía para llamarla y contarle lo que los chicos y yo habíamos decidido.

—Me parece justo que toquemos el tema durante la reunión de hoy. —dijo Jos llamando mi atención.

—Estoy de acuerdo. —hablé y dirigí la mirada nuevamente a mi celular, los demás estuvieron de acuerdo y entonces me puse de pie. —Llamaré a Emma, no tardo. —anuncié y caminé hacia el pequeño balcón que tenía una vista impresionante hacia la ciudad.

Busqué su contacto y presioné el icono de llamar. Sonaba y sonaba, pasaron varios segundos que me hizo preguntarme si estaría bien o si simplemente no escuchaba mi llamada. Sentí una presión en el pecho, no quería preocuparme pero algo dentro de mi me obligaba a hacerlo.

—Hola. —finalmente respondió, escucharla me permitió respirar pero la presión en el pecho continuaba.

—Hola, Emma. ¿Cómo estás? —pregunté para intentar tranquilizarme un poco.

—Bien... quiero decir, ahora sí lo estoy. —escuché murmullos del otro lado de la línea.

—¿A qué te refieres? —la escuché suspirar, mi corazón comenzó a latir frenéticamente y mi cerebro a imaginar situaciones en donde Emma sufría algún tipo de lesión, pelea con sus amigos o tal vez un simple resbalón en el mejor de los casos.

—Tuve un... accidente. —aguanté la respiración involuntariamente. —Estoy bien, no te preocupes. No fue tan grave, estoy en el hospital pero ya casi me darán el alta.

—¿Qué te sucedió? —pregunté, aprovechando para tomar aire una vez más, ¿estaba en el hospital y decía que no fue tan grave?

—Yo... no quiero que te preocupes por mi. Cuando nos veamos te contaré todo, te lo prometo. —la duda me carcomía, no podía quedarme aquí sin saber qué le había sucedido o cómo estaba realmente, sabía que diría lo que fuera para que no me preocupara por ella.

El Chico del Abrigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora