Epílogo

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Bajaba del autobús cuando noté a Alonso esperándome afuera de su auto. Me quitó la mochila cuando estuve a unos pasos y me acercó a él tomándome de la cintura para besarme.

El viaje a las montañas había sido el mejor viaje de generación que se haya hecho hasta ahora, en un par de semanas estaría oficialmente graduada de la universidad y Alonso me llevaría a vivir con él a la ciudad.

El último concierto era esta noche, así que había venido por mi y por Paola para llevarnos. Al final, Jos decidió no asistir; pero los otros cuatro definitivamente estarían ahí para dar el último concierto como grupo.

—Espero que Paola esté lista, no quiero atrasarnos más de lo que ya estamos. —mencioné cuando subimos al auto.

Alonso puso el auto en marcha y condujo hasta casa; le cuestioné una y otra vez si estaba seguro de llevar todas nuestras cosas en el maletero, él asentía sin separar la mirada del camino hasta que llegamos a nuestro destino. Tocó el claxon y Paola salió corriendo de la casa mientras se colgaba una mochila en el brazo.

Nuestra madre nos miraba desde el marco de la puerta, agitaba su mano despidiéndose de nosotros con una sonrisa dibujada en su rostro. Alonso intentó convencerla de acompañarnos, pero su miedo a la gran ciudad fue mayor por lo que terminó rechazando amablemente la invitación de mi novio.

El viaje en carretera fue muy rápido, llegamos a casa de Alonso y Paola miró todo el lugar maravillada. Dejamos nuestras pertenencias en la habitación de invitados y Alonso nos dejó preparándonos mientras él se iba al soundcheck.

Paola y yo nos arreglábamos, ella con un look más de fan loca, y yo muy casual. Unos jeans de mezclilla, una blusa color rojo y un par de tenis del mismo color era lo que había escogido para asistir al último concierto de mi novio, además de la gorra que había utilizado en uno de los conciertos anteriores a los que había asistido.

Un par de horas después, Alonso me llamó. Dijo que su hermano Diego vendría por nosotras; él se encontraba en su auto mientras Paola y yo nos encargábamos de dejar todo perfectamente cerrado para irnos sin preocupaciones.

El camino rumbo al auditorio fue entretenido, Diego nos contaba sobre su vida y de vez en cuando se encargaba de intentar humillar a Alonso contando anécdotas graciosas que les habían sucedido juntos. Paola estaba maravillada con él, tanto que tuve que recordarle un par de veces la diferencia de edad. Ella me miraba avergonzada y después cambiaba de tema, pero jamás excluyó a Diego de una conversación.

Al llegar al auditorio me dieron náuseas. Ver a tantas niñas formadas esperando la entrada al que sería el último concierto de sus ídolos me hizo preguntarme si Alonso se sentiría igual o peor que yo.

Unas personas del staff llegaron a recogernos a Paola y a mi; Diego se fue por otro lado para ingresar a la explanada del auditorio, en donde se encontraría con la demás familia de los chicos. Atravesamos distintos pasillos hasta que llegamos al camerino de Alonso, Bryan, Freddy y Alan; los cuatro vocalizaban y daban pequeños saltos pero en cuanto nos vieron llegar se acercaron y nos envolvieron en un enorme abrazo.

—Me da mucho gusto que estén aquí. —dijo Alan abrazándonos fuertemente.

El ambiente se sentía distinto, no existía la adrenalina ni las pequeñas bromas ni comentarios sarcásticos; hacía falta algo, y ese algo era Jos. Noté que los cuatro intentaban olvidarse de eso, pero el ambiente se los hacía saber en todo momento.

—¿De verdad no vendrá? —preguntó Paola con un gramo de tristeza y temor en la voz, los chicos bajaron la mirada y negaron lentamente con la cabeza.

Me acerqué a Alonso quien se estaba arreglando el cabello frente al espejo y lo abracé por la espalda; sus manos descansaron sobre las mías y dejó caer su cabeza hacia atrás para entrar en contacto con la mía.

El Chico del Abrigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora