48. Feria

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Una semana después de la llamada de Alonso, Paola estaba brincando de un lado a otro puesto que Alan le mandó un mensaje avisando que vendrían. Por supuesto Alonso también me avisó.

Estábamos esperando a que llegaran cuando mi celular sonó; Efraín me estaba llamando así que procedí a responder.

—Hola, ¿ocurre algo? —escuché cosas moviéndose en el fondo y a Mich quejarse.

—Hola. Sé que hoy estarás ocupada pero Michelle y yo necesitamos tu aprobación. Estamos en una bodega que podemos rentar, a Mich no le gusta pero yo digo que es perfecta. —mi amiga gritaba insultos en el fondo mientras yo intentaba contener la risa.

Finalmente, habíamos decidido hacer una feria. Habría puestos de comida, juegos y tiendas de regalos. Anteriormente pensamos en hacer una fiesta, pero a estas alturas casi nadie asistía a ellas. Una feria, en cambio, es más familiar y los niños quieren ir a todos los juegos posibles dándonos más oportunidades de juntar dinero.

—Iré después de recibir a mis invitados, mamá no está y quiero dejar a mi hermana con alguien. —Paola rodó los ojos e hizo una seña indicándome que ya estaba grande.

—De acuerdo, espero que no tarden porque... Michelle se están volviendo loca. —susurró lo último y yo comencé a reír.

—Sácala de ahí antes de que enloquezca. Vayan por un café o algo en lo que llego.

—Claro, adiós. —terminé la llamada y corrí escaleras arriba.

Busqué mi mochila y metí el dinero por si nos decidíamos a hacer la feria en el lugar. Temía salir con todo el dinero yo sola, pero nadie tenía que enterarse que lo llevaba. De igual manera, cuidaba mi mochila como si de ella dependiera mi vida.

El timbre sonó en la planta de abajo, escuché a Paola atravesar la sala corriendo y después abriendo la puerta. Mi corazón comenzó a latir velozmente, apenas había caído en cuenta que vería a Alonso frente a frente, así que me armé de valor y salí de mi habitación para encontrarme con los chicos. Con cada escalón que bajaba me recordaba que debía saludarlos y después salir, así evitaría estar incómoda con Alonso y transmitirlo a los chicos.

—¡Ya llegaron! —me anunció Paola cuando ya estaba abajo.

Mi mirada fue a parar al chico de los ojos azules, sentí que el tiempo se detenía hasta que Jos se acercó a abrazarme.

—¡Emmita! Hace mucho que no te vemos. —dijo cuando me soltó, le sonreí tímida y me acerqué a saludar a todos los chicos dejando a Alonso hasta el final.

Nos quedamos mirando unos segundos hasta que me acerque a darle un abrazo rápido.

—Me da mucho gusto verlos, de verdad, pero tengo que salir. ¿Será mucha molestia si les encargo que cuiden a Paola? —mi hermana me miró con los ojos entrecerrados y comenzó a negar lentamente con la cabeza.

—¿A dónde vas? Podemos llevarte. —sugirió Bryan caminando hacia mi. —Más bien, creo que Alonso puede llevarte. Después de todo, nos trajo en su auto. —todos dirigieron la mirada al recién nombrado, esperando a que dijera algo.

—No es necesario, puedo ir yo sola. La parada está a una cuadra más o menos. —dije mientras colgaba la mochila en mi hombro.

—No, no, no. Yo te llevo, si quieres. —pronunció Alonso finalmente, mi corazón dio un vuelco y no supe qué responder.

Los chicos y mi hermana esperaban a que le diera una respuesta; siendo sincera, no sabía si soportaría pasar el tiempo con Alonso en su auto después de todo, pero tampoco quería ir sola con todo el dinero en mi mochila.

El Chico del Abrigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora