02. Un café

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Llevamos aquí tres horas, de verdad. No estaba exagerando.

Michelle veía un vestido que le llamaba la atención y ella deseaba probárselo aunque no lo fuera a comprar.

—Michi, llevamos aquí mucho tiempo y de verdad quiero ese café. —me quejé mientras ponía a un lado de mí el montón de ropa que mi amiga me había dejado mientras ella se probaba más.

—Tranquila, Emmy. En un momento más iremos por ese café. —respondió elevando la voz desde el interior del probador.

Solté un suspiro y me levanté comenzando a caminar hacia afuera del local.

Varias niñas pasaban llorando y algunas otras brincaban de alegría, supongo. La mayoría de ellas llevaban gorras y blusas en donde se podía leer CD9 escrito en ellas.

Ridículas.

Tomé mi celular y mandé un mensaje a Mich diciéndole que estaría en la cafetería, no aguantaba más estando ahí dentro. ¡Necesito mi café! Además, debo aprovechar el momento mientras mi hermana sigue formada en donde sea que esté.

Caminé hacia donde estaba el local que me encanta pero, para mi mala suerte, había un letrero que decía que se habían mudado de local. El nuevo ahora se encontraba en el exterior de la plaza. Así que resignada comencé a caminar hacia allá.

¡Lo que sea por ese café!

Finalmente logré llegar hasta allá, ordené mi café y decidí sentarme en una de las mesas de afuera para disfrutar más mi amado café.

Las niñas continuaban pasando, sólo que por aquí ya pasaban un poco más tranquilas, solo se les veían los ojos rojos e hinchados a algunas. Mientras que otras únicamente tenía una sonrisa dibujada en el rostro.

El frío comenzaba a aumentar conforme se hacía de noche. Me gustaba ver como al exhalar salía el humo de mi boca, al igual que en las películas.

Minutos más tarde me levanté dispuesta a buscar a mi hermana mientras aún degustaba mi preciado café cuando, repentinamente, choqué con un chico provocando que el café se me regara encima.

—Agh, rayos. —me quejé murmurando intentando limpiar mi café caliente, al menos se sentía bien, hacía demasiado frío y el café encima de mi no se sentía tan mal ya que no iba muy abrigada que dígamos.

—Discúlpame, no fue mi intención. —habló por primera vez el chico con el que choqué, levanté la mirada y vi directamente dos lindos ojos azules. —Lo lamento tanto. —seguía disculpándose mientras se quitaba su abrigo. —Tómalo, lo necesitas más que yo.

—No, no es necesario. —dije sonriendo amablemente, además no debía aceptar cosas de extraños.

—Tómalo, insisto. —una linda sonrisa se formó en su rostro y no me quedó de otra más que aceptar el detalle del extraño rubio con raíces castañas.

—Gracias. —pronuncié cuando pasó su abrigo sobre mis hombros.

—Te compraré otro café. —dijo señalando la tienda e inmediatamente comencé a negar con la cabeza.

—No, no, no. No tienes que hacerlo, yo fui la descuidada. —comenté haciéndole sonreír.

—¿De verdad? Porque no me molestaría hacerlo, de igual manera entraría a comprarme uno.

—Insisto en que no tienes que comprarme nada, estoy bien. —el chico asintió sonriendo.

—Entonces... ¿Me acompañas? —preguntó.

¿Debería acompañarlo? Es decir, el local está a unos cuantos pasos pero aún así no conozco a este chico.

Pero tienes su abrigo.

El Chico del Abrigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora