29. Cena navideña

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Terminaba de maquillarme cuando mi celular comenzó a sonar incontables veces encima de mi mesa de noche. Intentaba ignorarlo desde que comenzó a sonar, hace más de media hora que paraba y volvía a emitir ese molesto chillido después de unos minutos.

Harta de escucharlo, lo tomé, silencie y guardé en uno de mis cajones de ropa. No quería leer nada que me hiciera daño, al menos no este día. Suficiente tuve con ese trío de niñas endemoniadas.

Bajé las escaleras cuando escuché que sonó el timbre, Alonso y su madre seguramente ya habían llegado.

Cuando llegue a la planta baja, Paola y mi mamá ya estaban recibiéndolos. Sonreí al verlo vestido tan elegante, él sonrió cuando me vio bajar y se dirigió a abrazarme.

—Tenemos que hablar. —me susurró en el oído durante el abrazo, el nerviosismo me recorrió al escucharlo decir aquello pero continué sonriendo y ahora me dirigí a saludar a su mamá.

—Me da mucho gusto que haya venido. —le dije abrazándola.

—Gracias, linda. Gracias por dejarme venir. —ambas sonreímos. —Traje un poco de puré de papa, espero que les guste. —al instante me puse tensa, miré a mi mamá quien intentó sonreír al recibir el platillo que nuestros invitados trajeron.

Desde hace años que mi mamá había sido nombrada por su familia y la colonia como la que hace el mejor puré de papa del mundo y sabía que se sentía retada a continuar con ese título que le habían otorgado.

—Muchas gracias. —dijo ella intentando sonreír.

—No es nada, dicen que mi puré es el mejor, espero que les guste. —miré a Paola nerviosa, ella también sabía que nuestra madre se esforzaría por comprobar que el de ella es mejor.

—Mire, ¡qué casualidad! Dicen lo mismo del mío, y también lo preparé hoy. —le di un leve codazo a mi madre esperando que haya entendido que se está pasando. —Pero no importa, una ración extra no hace daño. —ambas sonrieron y caminaron hacia la cocina.

—Iré a supervisar a nuestra madre. —avisó mi hermana antes de desaparecer por la cocina.

Alonso me tomó de la mano y nos dirigimos al sofá. Lo sentía tenso, nervioso y un poco triste.

—Antes de venir acá me llamaron de la disquera. —mencionó pasando su brazo sobre mis hombros. —Me junté con los managers y... Vieron lo que te hicieron. —me puse nerviosa al instante ya que no había pensado en decirle sobre lo sucedido.

—No fue para tanto. —dije apartándome y sentándome de manera que lo viera de frente.

—Sí lo fue, Emma. Fue para mucho. No me gustó nada que te hicieran eso, jamás habían llegado tan lejos con alguna novia de los chicos. —me encogí de hombros sonriendo tímidamente. —Los managers lo vieron y... me dijeron que no eres buena para mi imagen. Pero no me importa, te lo juro. Por ti abandonaría cualquier cosa, Emma, hasta mi sueño. —me puse de pie inmediatamente sintiéndome tonta al instante por el exceso de drama.

—No, no es necesario Alonso. Es tu sueño, cualquier cosa o persona debería estar por encima de él. —él comenzó a negar con la cabeza y me tomó de las manos.

—Quiero estar contigo, Emma. Y si mi carrera me lo impide lo dejaré. —me solté de su agarre y ahora la que empezó a negar con la cabeza fui yo.

—No voy a dejar que hagas eso. —en ese momento mi hermana apareció con un vaso de ponche para Alonso y él le sonrió como agradecimiento.

—¿Están discutiendo? —cuestionó ella confundida. —No llevan ni un mes juntos.

—No estamos discutiendo. —aclaré soltando un suspiro, mi hermana me miró confundida y después miró a Alonso.

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