39. Volver a casa

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Mis manos sudaban y no podía hacer nada más que esperar a que vinieran por mi. No sabía si Sandra estaba hablando con la verdad y, finalmente, se había rendido y no le quedaba más remedio que aceptar mi relación con Alonso.

Continué mirando la televisión, los conductores finalmente habían anunciado a los chicos y yo me ponía cada vez más impaciente hasta que dieron un par de toques en la puerta. Segundos después, una de las mismas mujeres que arregló a los chicos entró al camerino dándome la certeza de que Sandra estaba diciendo la verdad.

Comenzó por mi cabello, lo planchó y después me maquilló. Era un maquillaje natural pero lo suficiente para no brillar en la televisión, me sentía bien y sonreí a mi reflejo.

—La están esperando afuera, señorita. La guiarán hacia el set en donde están los muchachos. —me dijo la mujer sonriendo con amabilidad.

—Muchas gracias. —dije devolviéndole la sonrisa y salí de ahí, un señor alto y musculoso me indicó con la cabeza que lo siguiera y eso hice.

Atravesamos unos cuantos pasillos, hasta que llegamos a un enorme set. Había cerca de seis cámaras y muchísimas personas detrás de ellas. Frente a las cámaras, los chicos se encontraban sentados en unos sofás entre los conductores. Nadie me había visto, excepto Sandra quien se me acercó.

—Que bueno que ya estás aquí, ya casi es tu turno. —avisó sonriéndome de una manera extraña, miré a los chicos e intenté escuchar algo de lo que decían.

—Oye Alonso, desde que llegaste no pude evitar darme cuenta que, en tu pulsera, dice Emma. —le dijo uno de los conductores a mi castaño novio, él sonrió y bajó la mirada.

—Sí, es...

—¿Acaso es de alguna novia que tienes por ahí? Porque nos han contado que te han visto por ahí con una modelo. —lo interrumpieron, a lo lejos Sandra me hizo una seña indicándome que me acercara a ella.

—De hecho, Emma es...

—Es mi segundo nombre. —por arte de magia, Cristal salió detrás de Alonso y se sentó en sus piernas para después darle un beso "apasionado".

Miré a Sandra quien tenía una sonrisa altanera en el rostro. Quería llorar, pero no le daría el gusto de verme sufrir. También quería meterme y arrastrar del cabello a esa mujer que pretende ser la novia de mi chico, pero no quería causar un escándalo, mucho menos provocar que vetaran a los chicos de la televisora.

—Espero que con esto por fin te des cuenta que Alonso es mucha cosa para ti. No puedes andar con un chico como él, no perteneces a su mundo, ¿entendiste? —pronunció Sandra con dureza, la miré con odio y comencé a caminar de regreso al camerino.

Algunas lágrimas lograron resbalar por mis mejillas, pero me controlé y me dediqué a esperar a los chicos ahí sentada. No pude continuar mirando el programa, no quería ver cómo continuaba insinuándosele la maldita modelo a mi chico.

¿Y si Sandra tiene razón? ¿Si de verdad no pertenezco al mundo de Alonso? Tal vez sólo soy un obstáculo en su camino y no le permito avanzar. Él debería crecer, debería cumplir sus sueños sin que nadie se lo impida.

—Emma... Yo no sabía que eso iba a pasar, ni siquiera sabía que estabas ahí. Lo lamento mucho, Sandra armó todo esto yo no tengo nada que ver. —comenzó a decirme una vez que entró al camerino con los chicos detrás de él, cuando observaron que se arrodilló frente a mi salieron lentamente.

—Lo sé. —respondí débilmente sin mirarlo a los ojos, no quería volver a llorar, mucho menos delante de él.

—Mírame, quiero saber si lo dices de verdad. —dijo mientras volteaba mi rostro lentamente. —Yo no tuve nada que ver, te lo juro. —asentí y me acerqué a abrazarlo.

El Chico del Abrigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora