03. El concierto

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1 año después...

Me encontraba esperando a Michelle afuera de mi casa, ella dijo que me llevaría a clases hace 10 minutos, los mismos 10 minutos que hacían falta para que tocaran el timbre de la primera hora.

Gracias Michelle, gracias.

Algunos minutos después, mi amiga se hizo presente con el pitido de su auto. Tomé mi mochila de mala gana y me acerqué para entrar azotando la puerta.

—¡Hey! Le duele. —se quejó mi amiga, y volteé a mirarla con una ceja alzada.

—¿Sabes qué más va a doler? ¡El puto golpe que te voy a dar en la cabeza, Michelle! —le solté enojada mientras ella me sonreía burlona.

—Tienes que controlar ese vocabulario, Emma. ¿Qué diría tu madre? —la miré con los ojos entrecerrados esperando una buena excusa del por qué llegó tan tarde. —Ok, sí... Lo lamento, ¿bien? —dijo poniendo en marcha el auto.

—No es suficiente, hiciste que perdiera mi primera hora de clase. —le reclamé, ella rodó los ojos y le dí un golpe en el brazo provocando que soltara un quejido.

—¡Pudiste irte caminando! Solo bastaba un texto tuyo mandándome al diablo y listo. —me quedé callada porque sabía que tenía razón, rodé los ojos y fijé la mirada al frente sin pronunciar alguna palabra.

Luego de algunos minutos finalmente llegamos al estacionamiento de la escuela, éste lucía totalmente vacío dándome a conocer que efectivamente ya era tarde. Ahora solo me quedaba esperar media hora para mi siguiente clase.

Michelle sonreía, y achiqué los ojos intentando saber qué era lo que pasaba por su mente en este momento.

—No sé qué traes entre manos, pero esa sonrisa tuya me da miedo. —ella me dió un manotazo y bajó del auto, la seguí puesto que sabía que me diría algo, se notaba tan ansiosa que hasta yo comenzaba a sentirme de esa manera.

Michelle se recargó en la pared con los brazos cruzados mirándome aún sonriendo.

—Estaba pensando en algo... —comenzó a contar mirando hacia un punto fijo. —Pensé que... Tal vez tú y yo podíamos ir a un lugar mientras tu querida hermana está en el concierto ese aburrido. —propuso con una sonrisa mientras se encogía de hombros.

Salir con Mich implicaba una borrachera segura, además de que probablemente yo terminaría sola y cuidando de ella. No era fan de este tipo de salidas con ella.

—Creo que esta vez paso. —ella puso sus brazos en la cadera haciéndome notar su disgusto ante mi respuesta. —No planeo pasar mi viernes cuidándote, Mich. ¿Quieres que te recuerde la última vez que fuimos a "un lugar"?

—Vale, está bien. No es necesario. —me interrumpió soltando un pesado suspiro al final. —Pero... Anda, esta vez te juro que no haré algo que implique el que tengas que cuidarme. —lo medité por un momento, no creía al cien por ciento en su palabra puesto que ella sí ve un vaso con algún líquido extraño no lo piensa dos veces y lo bebe.

Sin embargo, debo admitir que me causaba curiosidad saber si cumpliría su palabra, si estaría dispuesta a olvidar el alcohol por una sola noche... O por lo menos a tratar de estar todo el tiempo con sus cinco sentidos al máximo.

—Bien, de acuerdo. Pero deberás permanecer en tus cinco sentidos toda la noche,tú eres la del auto y tú tienes que llevarnos de regreso a casa cuando Paola salga de su concierto, ¿entendido? —ella hizo un saludo militar dándome a entender que eso haría, le sonreí y caminé hacia la entrada del edificio siendo seguida por mi amiga.

Sólo espero que la noche no termine mal.

(...)

Me encontraba frente a mi espejo retocando un poco mi labial, hice una mueca cuando terminé de ponérmelo pero sentía que el tono no me favorecía para nada así que decidí reemplazarlo por un bálsamo transparente. Me sonreí por última vez, tomé mi celular, dinero y llaves y caminé al pasillo dispuesta a bajar las escaleras para esperar a mi hermana.

Ella aún no estaba lista, no comprendía porqué tardaba tanto si sólo iba a un tonto concierto del cual saldría sudorosa y probablemente con un olor desagradable. Me senté en el sofá para esperarla mientras tomaba mi celular en el cual había un mensaje de Michelle anunciándome que ya venía hacia acá.

—Emmy, la mamá de Karen me ha hablado. Dijo que no me preocupara, que ella traerá a Paola a casa. —anunció mi madre sentándose en el sofá con un plato de palomitas en sus piernas.

—Oh, sí. Supongo que está bien, pero ya había hecho planes con Mich para esperar a mi hermana. —ella se encogió de hombros y llevó algunas palomitas a su boca.

—Pues quédate con ella, tienes llaves y ella auto. Sólo no llegues muy tarde. —asentí intentando sonreírle.

Si la mamá de Karen hubiera llamado desde ayer hubiera evitado salir con Michelle, digo, amo salir con mi amiga pero no cundo debo cuidar de ella.

Algunos minutos después mi hermana bajó corriendo las escaleras con celular en mano.

—¡Alonso subió un video en el soundcheck con Jos! ¡Ya no puedo esperar para verlos! —dijo emocionada mientras saltaba frente a la televisión.

—Sí, hija, que bueno. ¿Me darías permiso, por favor? Intento ver televisión. —mi hermana rodó los ojos y tomó asiento junto a mí en el sofá.

—¿No te parece que son lo más lindo del mundo, ah? —me dijo poniendo la pantalla de su celular frente a mi rostro para que pudiera apreciar a sus ídolos.

Aún no lograba digerir por completo que hace un año que uno de esos chicos me había otorgado su abrigo. Por supuesto aún lo conservaba, en mi armario sin ser usado nuevamente. Debo admitir que pensé en hacer algo por devolvérselo hoy mismo, pero me pareció una misión imposible ya que probablemente ese lugar esté abarrotado de adolescentes locas y me sea imposible llegar hasta él.

El sonido del claxon del auto de Michelle se hizo presente, me levanté del sofá intentando olvidar al chico del abrigo y tomé mis cosas correspondientes. Paola tomó su celular, ambas nos despedimos de mamá y salimos a encontrarnos con mi mejor amiga quien vestía un tanto provocativa.

Creo que ya sé a qué lugar iremos.

—¿Cómo te sientes, pequeña? —cuestionó mi amiga a mi hermana.

—Como si estuviera a punto de vomitar. —le respondió emocionada y se subió a la parte trasera del auto.

No pude evitar reírme ante la mueca de asco que Michelle había formado. Ambas subimos en la parte de adelante, yo como copiloto, y una vez arriba mi amiga miró a Paola por el retrovisor.

—Intenta controlar tu alegría, Pao. Sale caro lavar el interior del auto. —mi hermana soltó una risa asintiendo con la cabeza y después de eso emprendimos el camino hacia el dichoso concierto.

(...)

Había largas filas de niñas esperando ansiosas para entrar. Todas traían algo que representaba a la boyband que tanto amaban, algunas vestían blusas, otras usaban gorras y una que otra chica en su mejilla tenía escrito CD9. Me era imposible no rodar los ojos ante tal comportamiento de todas estas niñas, pero supongo que es como expresan su amor hacia esos chicos.

Las tres bajamos del auto, mi hermana tenía su boleto en la mano para poder identificar la puerta en la que debía entrar. Mi hermana saludaba a una que otra niña que conocía en otras filas, hasta que llegamos con Karen y su mamá y finalmente dejamos a mi pequeña hermana con ellas.

—No te preocupes por tu hermana, querida. Yo la llevaré a casa. —me dijo la señora metiendo a mi hermana a la fila.

—Sí, mi madre me lo ha dicho. Gracias, señora. —le sonreí. —Pórtate bien, Pao. No causes ningún problema. —me dirigí a mi hermana quien se cruzó de brazos y me miró con una ceja alzada.

—Yo debería decirte eso, querida Emmy. —rodé los ojos y me acerqué a abrazarla dándole un pellizco disimulado en el brazo.

—Te veo más tarde. —ella sonrió y me alejé junto a Michelle.

Repentinamente unas niñas salieron corriendo persiguiendo una camioneta grande negra, algunas lloraban y otras sólo estaban realmente emocionadas. Mich y yo nos miramos confundidas pero continuamos con nuestro camino hacia su auto.

—Ahora sí a disfrutar nuestra noche, bebé. —dijo ella meneando sus caderas y corrió hasta el auto.

Solté un pesado suspiro.

Sería una larga noche.

El Chico del Abrigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora