11. ¿Tomamos algo?

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A la mañana siguiente me levanté de la cama, miré la hora en mi celular y fui al baño para darme una ducha. Al fin era fin de semana, mis deberes los había terminado por lo tanto tenía los siguientes dos días libres.

Quisiera decir lo mismo de Paola, mi pobre hermana tiene montañas de tarea por hacer. Pobre pequeña.

Después de tomar mi ducha y vestirme, volví a mi habitación y tomé mi celular el cual me mostraba en la pantalla distintos mensajes de texto que había recibido. Cuatro de ellos pertenecían a Michelle y uno de ellos a Alonso.

»Michi:
¿Estarás ocupada para tu mejor amiga hoy? Hace mucho que no salimos.
11:10 am

Tengo unas cosas planeadas en para hoy ;)
11:20 am

¿No me responderás?
11:30 am

Oye... ¿eres tú la de la foto de Twitter? Reconocería tu espalda en dónde fuera.
12:00 pm

¿Mi espalda? ¿Una foto en Twitter? Abrí el link que me adjuntaba en un mensaje y me envió directo al tweet de una niña en el que aparecían las fotos del día en el que Alonso me acompañó al supermercado.

Había comentarios más recientes de unas niñas que no pude evitar leer:

"Creo haberlos visto ayer en el parque comiendo un helado."

"¿De verdad? ¿Viste algún beso o algo?" Le preguntó otra niña.

"No, pero Alonso la miraba muy lindo."

Salí inmediatamente de Twitter y tecleé un mensaje para Michelle:

»Esto lo hablaremos otro día, Mich. Te contaré todo.

Posteriormente, abrí el mensaje de Alonso:

»Alonso V:
Buenos días, Emma. Los chicos y yo nos preguntábamos si podían ir al centro comercial en lugar de que nosotros vayamos a su casa. Ya hemos causado mucho problema con ustedes.
11:00 am

Le respondí diciendo que ahí estaríamos y bajé a la sala en donde me encontré con mi madre y Paola. Mi hermana sonrío al verme bajar y mi madre despegó la mirada de la televisión.

—¿A dónde vas tan arreglada? Hasta te bañaste. —rodé los ojos y me senté a su lado en el sofá.

—Paola y yo queríamos pedirte permiso para ir al centro comercial. —mentí, mi hermana me miró con el ceño fruncido y le guiñé un ojo indicándole que me siguiera la corriente.

—¿De nuevo? —asentí. —Me alegra que se hayan vuelto tan unidas, pero eso no significa que podrán salir todos los días cuando se les plazca. —hice un puchero.

—No serán todos los días, es el primer fin de semana que te pedimos salir. —volteó a ver a mi hermana quien asintió dándome la razón. —Además, te prometo que estaremos aquí para antes de la cena. —mi madre pareció meditarlo un poco, centró su mirada en el televisor y posteriormente volvió a mirarme.

—La cena es a las siete treinta, las quiero aquí a las siete, ¿entendido? —Paola y yo asentimos, le dimos un beso a nuestra madre en la mejilla y la acompañé escaleras arriba hacia su habitación.

—¿Te dijeron que nos verían en el centro comercial? —me cuestionó mientras me sentaba en la orilla de su cama con edredones color morado, en la parte superior de su cama se encontraban un par de almohadas con la cara de los chicos además de que su habitación se encontraba repleta de pósters de ellos.

El Chico del Abrigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora