28. "¡Feliz navidad, zorra!"

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Una semana después, mi madre y yo nos encontrábamos haciendo la cena mientras Paola ponía la mesa.

Unos días antes inventamos una excusa para que nuestros familiares no asistieran. Le conté a mi madre que aún no quería que nadie se enterara de lo mío con Alonso, además de que la prima Liliana era una intensa fan de los chicos y si veía a Alonso aquí probablemente me odiaría y esparciría el chisme.

—¿Segura que le gusta el pavo? Quiero que mi yerno se chupe los dedos con mi cena. —me cuestionó mi madre que continuaba rellenando la pobre ave. —¿Vendrá solo o invitará a los chicos? Porque en ese caso tendría que hacer más cena.

—No lo sé, mamá. —respondí mientras le echaba la fruta a lo que sería el ponche. —No me ha llamado desde anoche. —me encogí de hombros, escuché cómo suspiró y en ese momento mi celular comenzó a soñar.

Bajé la flama de la estufa y me apresuré a tomar mi celular. Leí el nombre de Alonso en la pantalla e inmediatamente atendí su llamada.

—Hola. —respondí sonriendo.

—Hola, guapa. Oye, lamento no haberte avisado con anticipación pero... mi mamá insistió en ir. No importa, ¿o sí? No quiero incomodar. —comencé a negar con la cabeza repetidamente.

—No, no. Para nada. Será una cena muy íntima. Sólo mi mamá, Paola, tu mamá, tú y yo. Será genial. —sonreí y casi pude verlo sonreír a él.

—Perfecto. Llevaremos algo, mamá no quiere ir con las manos vacías.

—De acuerdo. —sonreí y caminé de regreso a la cocina para verificar el ponche. —Te veo aquí.

—Claro, te quiero.

—Y yo a ti. —respondí y terminé la llamada sin dejar de sonreír como una idiota enamorada.

—¿Qué te dijo? —cuestionó mi madre acercándose a mi.

—Vendrá su mamá. —abrió la boca sorprendida y Paola llegó corriendo con tenedores en la mano.

—¿Vendrá la mamá de Alonso a nuestra casa? —comenzó a tocar su frente de manera exagerada. —¿Estoy enferma? ¿O acaso todo este tiempo he estado en coma y lo que ha sucedido es un sueño? —rodé los ojos divertida mientras la empujaba de regreso a que hiciera su trabajo.

—Apúrate, debe quedar listo todo. —Paola se cruzó de brazos y me miró con los ojos entrecerrados.

—Eso debería decírtelo yo a ti. Tú eres la que ayuda a mamá a cocinar, mi tarea es muchísimo más sencilla. Además, soy una experta con la decoración de mesas. —dio media vuelta golpeándome el rostro con su cabello para dirigirse a terminar la decoración.

Debía admitir que tenía razón. La mesa lucía espectacular. Tenía un mantel rojo con uno blanco haciendo una franja en medio. Había tres decoraciones con flores de noche buena, uno en el centro, el otro a la derecha y a la izquierda. Los platos estaban perfectamente acomodados, habíamos sacado nuestra mejor vajilla y valió la pena completamente ahora que sé que vendrá la mamá de Alonso.

Paola también se encargó de ambientar la sala decorando con más flores y encendiendo las luces del árbol navideño. Había esferas amontonadas en la mesa de centro que combinaban con las del árbol, y luces colgando de las ventanas. Pequeñas carpetas tejidas también decoraban la mesa de centro y habíamos colocado nuestros cojines navideños en los sofás. Sin duda alguna la casa este año lucía espectacular.

—¡Emma! Ve por unas papas al súper. Hacen falta para el puré. —avisó mi mamá desde la cocina, rodé los ojos y tomé mi bolso, un abrigo y salí.

Me abrigué hasta el cuello, oculté mis manos en los bolsillos de mi abrigo después de exhalar en ellas para darles un poco de calor. Con este clima mi nariz solía tornarse roja al igual que mis mejillas.

Miraba mi celular mientras caminaba, tal vez no era muy seguro pero quería revisar mis redes sociales ya que no he podido hacerlo desde que comencé a ayudar con la cena.

Comencé a revisar las historias de Instagram de las personas a las que seguía. Jos estaba en una fiesta, Freddy estaba con su hermano y su mamá ayudando a la cena, Alan sólo subió una foto junto a su árbol, Bryan mostraba sus calcetines navideños y Alonso subió un pequeño video de la carretera dándome a conocer que ya viene hacia acá.

Debo apresurarme si quiero que todo esté listo antes de que lleguen.

(...)

Llevaba unas cuantas papas, un segundo pavo y más fruta por si debía hacer más ponche. Siempre estaba bien hacer un poco más de lo debido.

Me encontraba en la caja pagando lo que llevaba cuando me di cuenta que tres niñas murmuraban entre ellas en mi dirección. Con todo lo que ha sucedido últimamente no me parece raro que estén hablando de mi. La mayoría de las niñas lo hacen y ya me había acostumbrado, sin embargo aún creo que es de mal gusto y me ponen un poco nerviosa.

Tomé mis pertenencias y comencé a caminar rápidamente de regreso a casa. Prácticamente trotaba para no encontrarme con las niñas y evitar que comiencen a insultarme.

Escuché pasos detrás de mí y, posteriormente, un par de niñas se plantaron en frente. Se les unió una más mientras me miraban de pies a cabeza y caminaban a mi alrededor.

—¿Se les ofrece algo? —cuestioné intentando que no se notara mi nerviosismo.

—Oh, no. Sólo queríamos asegurarnos de que eres esa perra. —dijo una de ella sonriendo.

—¿Disculpa? —dije ofendida, las tres se miraron cómplices para después comenzar a bañarme en harina y huevos.

Comencé a correr cubriendo las bolsas con el mandado intentando alejarme de ese trío de demonios. Mi cabello estaba cubierto de huevos y mi rostro estaba completamente blanco.

—¡Feliz navidad, zorra! —gritaron mientras reían detrás de mí.

Tenía ganas de llorar, pero intenté soportarlo hasta llegar a casa en donde Paola me miró asustada de pies a cabeza.

—¿Quién demonios te hizo eso? —me encogí de hombros mientras le entregaba las bolsas y subí a mi habitación sin ganas de hablar acerca de lo que me habían hecho.

Me miré en el espejo sintiéndome triste, comencé a desvestirme y me introduje en la ducha para quitar los residuos de huevo y harina.

Continuaba sin comprender por qué hicieron esto. No entiendo el poder de las redes sociales ni la conexión extraña que tienen las fans con los chicos. No podían continuar entrometiéndose con su vida privada, es por esto que acceden a mantener en secreto a cualquiera que sea su pareja.

Lamentablemente muchos rumores han corrido sobre lo mío con Alonso comenzando con el primer concierto al que asistí de ellos, aquella noche durante el meet and great cuando Alonso dio a entender que éramos pareja y finalizando con el viaje a Paris. Esto último fue la bomba, a cada minuto recibía mensajes amenazadores por parte de las niñas y uno que otro mensaje de apoyo.

Últimamente comenzaba a sentirme más sensible y expuesta. Años atrás me daba igual lo que la gente pensaba o decía de mi, pero ahora es diferente porque no lo dicen una o dos personas, sino miles de niñas que sólo buscan el bienestar de un chico completamente desconocido para ellas. Y sé que no debería dañarme debido a que no me conocen, pero el simple hecho de recibir este tipo de mensajes miles de veces todos los días me hacía sentir mal.

¿Había algo mal conmigo? ¿No soy suficiente para un hombre como Alonso?

Terminé de bañarme y salí a mi habitación para ponerme algo de ropa cómoda, más tarde me arreglaría para la cena. Mientras tanto continuaré ayudando y evitando las cuestiones de mi hermana acerca de lo que me sucedió.

El Chico del Abrigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora