𝙿𝚎𝚝𝚛𝚒𝚌𝚘𝚛

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Pov. Sirius Black.

La noche del veinticuatro de junio, al final de la desastrosa tercer prueba del torneo, Dumbledore me envió una carta, pidiéndome que fuera a Hogwarts, pues Harry me necesitaba.

Llegué lo más rápido posible, estaba angustiado pues lo que había sucedido era aterrador. Sentí que el tiempo no avanzaba mientras esperaba en el despacho de Dumbledore, hasta que ví a mi ahijado cruzar la puerta.

Tuve que escuchar todo lo que vivió, volvió a enfrentarse a Voldemort, un chico murió frente a sus ojos y de alguna forma, vió de nuevo a sus padres. No podía entender de dónde sacaba tanto valor y fuerza para soportar tanto.

Se me permitió acompañarlo unas horas en la enfermería, dónde sucedieron cosas...extrañas e incómodas. Después, Dumbledore me pidió que alertara a los antiguos miembros de la orden, claro, los que sobrevivían y al instante salí del colegio.

A la última persona que debía visitar era a mi viejo amigo Remus, pero llegando allí recordé a alguien más y no podía desperdiciar la oportunidad de avisarle lo ocurrido.

Conocía la calle a la perfección y siendo fin de semana, podría encontrarla en casa. Era muy temprano y todo olía a lluvia, pensé que la despertaría. Llegué a la puerta y la rasguñé, un vecino molesto, comenzó a gritarme y a lanzarme piedras. No quería morderlo pero, realmente me estaba haciendo enfadar.

Me acerqué a él gruñendo, cuando escuché que alguien llegaba corriendo a un lado mío. Era ________, no llevaba maquillaje y su ropa se veía cómoda, en el suelo había dejado una bolsa de pan.

— ¡¿Que le pasa?! Déjelo en paz.—

— Solo trataba de alejarlo, estaba hurgando en la basura.— Volví a gruñir molesto, pues eso era mentira.

— No es asunto suyo, cuide su casa no la mía.— Me alegré por ser defendido, pero si entraba con ella llamaría la atención, así que me escabullí al patio trasero.

— ¡No tiene porque ser grosera!.— Siguió gritando el vecino.

— Y usted no tiene que ser tan idiota.—Dió por terminada la pelea, pues en seguida escuché como se azotaba la puerta. Puedo apostar a qué le mostró el dedo medio.— ¿Sirius?.— Preguntó angustiada, porque no me encontró.

Rasguñé nuevamente la puerta y me abrió feliz. Entré corriendo, convirtiéndome en humano lejos de las ventanas.

— Esa es mi chica.— Orgulloso de ella, me acerqué a besarla.

— ¿Que haces aquí?.— Preguntó bastante confundida.

— ¿No te da gusto verme?.—

— Muchísimo, pero pensé que te quedarías en Hogsmade.—

— Vengo por asuntos de la Orden.— Murmuré.

— Pero si la Orden, se disolvió cuando...—

— Volvió.— Entendió de quién hablaba y en su rostro pude ver miedo.— Harry lo vió, anoche en la última prueba.—

— ¿Está bien?.—

— Si, Poppy se hace cargo de él.—

— Hiram, necesito saber cómo está.— Habló rápidamente, mientras se dirigía a la puerta.

— La ví entrando al Comedor, está a salvo.— Alcancé a tomar su mano, deteniéndola.

— ¿Estás seguro?.— Asentí y se tranquilizó.

— ¿Está bien si tomo una ducha?.—

— Siéntete en casa, amor.—

Subí las escaleras sin necesidad de indicaciones, pues ya conocía las habitaciones y dónde podía encontrar mis pertenencias. No tarde más de quince minutos y volví a la cocina, allí la encontré escribiendo una carta.

Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora