𝙲𝚊𝚜𝚝𝚒𝚐𝚘

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Las clases cercanas al medio día resultaban especialmente pesadas en verano, pues el calor aturdía los sentidos de todos los alumnos y el aire denso hacía incómodo estar en un mismo salón con más de veinte humanos más. Todo aquello empeorado, al saber que la siguiente hora, la pasarían con el profesor Cutberth Binns.

Caminabas hacia la clase de Historia de la Magia, sin querer llegar realmente, pues tu mente estaba en un sitio fresco y para nada aburrido, aunque de momento no podía ser posible. De pronto, escuchaste unos pasos apresurados detrás de ti y te quitaste de en medio, confiando en que simplemente pasarían a un lado tuyo.

- ¡______!- Te llama Sirius.

Detuviste tu camino para esperarlo, cuando él llegó a ti, te empujó hacia un pasillo vacío y sin más te besó.

Pronto te encontrabas atrapada entre sus brazos, besándolo y enredando tus dedos en su cabello, suspendidos en el tiempo y en su mundo, sin reparar en que alguien podría interrumpirlos.

-¡Sr. Black, Srta. _______!- Dice una sorprendida Mcgonagall.

- Mierda.- Pensaste, imaginando desde ese momento, el regaño que recibirían

Intentaste alejarte de Sirius rápidamente para verla, pero en cuanto hay espacio entre tú y los labios de él, te besó rápidamente. Y sólo entonces lograste separarte definitivamente. La cara de Mcgonagall estaba teñida de rojo, ella no sonreía, pero creíste haber visto una mirada divertida.

-¿Sí, profesora?- Preguntó Sirius, inocentemente.

- ¡Detención!, los espero en mi oficina esta noche, a las ocho en punto.- Ella sentencia y tu asientes.- Sea puntual, Sr. Black.- Enfatizó, mirando severamente a Sirius.

- Sólo fue una vez, Minnie.-

Cuando pasan junto a ella, la escuchan susurrar:

- Intenten mantenerlo más privado la próxima vez. Otros profesores no son tan benévolos como yo.-

- Buena elección, señorita _______.-

- Gracias.-

- Y, no vuelvas a llamarme Minnie, Sirius.-

El resto de la tarde transcurrió normal, realizaste tus deberes, fuiste al Gran Comedor a cenar y minutos antes de las ocho, te dirigías al despacho de la profesora. Ya delante de su puerta, esperaste a que la abriera, cuando Sirius apareció por un pasillo.

- ¿Me extrañaste?.- Preguntó Sirius, con su habitual arrogancia.

- Estoy aquí por tu culpa.- Dijiste entre dientes, molesta.

- ¡Vamos! Lo disfrutaste y no te atrevas a negarlo.-

- Idiota.- Te cruzaste de brazos y miraste hacia otro lado

- ¿Me estas retando? Sabes, un castigo doble no nos vendría mal.- Caminaba lentamente a tí y cuando te tenía acorralada contra la pared, la profesora interrumpió.

- ¿Qué tantos castigos quiere acumular Black?.-

- Buenas noches, profesora.- Entraste rápidamente al despacho.

Mcgonagall se colocó detrás de su escritorio, los observó un momento y suspiró.

- ¿Tienen una relación?.- Los cuestionó.

- No.- Respondiste, sin notar la desilusión en la mirada de Sirius.

- Bien, puedes irte.- Sus palabras te cofundieron, pero no desaprovechaste la oportunidad y volviste a tu habitación.

Ambos esperaron a que te hubieses alejado lo suficiente para retomar el interrogatorio, la profesora conocía la historia de Sirius y sin quererlo o no, se preocupaba por él.

- ¿Y bien?.-

- Es cierto, no tenemos una relación.- Murmuró, molesto con sus propios sentimientos.

- Sirius, sé que no eres lo que aparentas y ella es una buena chica.-

- Lo sé, Minnie, lo sé.- Restregó su rostro con ambas manos.

- ¿Qué sientes por ella?.-

- Es extraño, porque no lo entiendo...Pero, no dejo de pensar en ella.- Se sinceró, la tranquilidad con la que le estaban hablando le daba la confianza suficiente.

- Entonces, no seas un idiota. Aprovecha la gran oportunidad que se te está presentando.-

- Lo pensaré.-

- Ojalá no reacciones cuando sea tarde.-Le advirtió. -Anda, vuelve a tu dormitorio.-

- Guardará el secreto ¿Cierto? No quiero que me vean como un tonto.-

- No te preocupes, nos vemos mañana.- Murmuró con desgana, derrotada con la falta de madurez de Sirius.

Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora