IX

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𝐿𝒶 𝓂𝒶𝒹𝓇𝒾𝑔𝓊𝑒𝓇𝒶

     Mi verano en casa fue

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Mi verano en casa fue... como decirlo. Una auténtica mierda.

A mi hermana Daphne se le ocurrió la fantástica idea de contarle a mis padres que era amiga de una sangre sucia, un mestizo, un traidor a la sangre y Theodore Nott

Mi familia decidió hacerme la ley del hielo y me pasé todo el verano sin hablar con absolutamente nadie más que con mis amigos por carta.

Estaba tumbada en mi cama leyendo Quidditch a través de los tiempos, un libro de Hermione. La pobre pensó a principios de primero que leyéndolo se prepararía bien para las clases de vuelo y al ver que aquel intento fue inútil me lo regaló.

Un estruendo hizo que quitase mi mirada del libro y fuese a parar a mi ventana, algo había chocado con ella.

Sonreí al ver a la patosa y vieja lechuza de Ron. Cogí el pergamino y lo abrí.

Ey Alina,
¿Cómo estás pasando tus vacaciones? Espero que muy bien.
Fred, George y yo le cogimos ayer por la noche el coche a mi padre para ir a por Harry. Está hechizado y fuimos volando, sus tíos lo tenían encerrado en una habitación con barrotes. Cuando llegamos a casa mi madre casi nos mata a mis hermanos y a mi, a Harry, claro, lo trató super bien y le dio un montón de comida porque decía que sus tíos no lo habían alimentado bien. Le pregunté a mamá si podía invitaros a Theo y a ti a casa y me dijo que si, está encantada de conocer a mis amigos. Así que... ¿Que te parece? ¿Te vienes? Un gran abrazo. R.W.

Bajé las escaleras de la casa mientras pensaba en una excusa para que me dejasen ir. Cuando llegué al salón vi a mis padres sentados en el sofá. Mi madre leía y mi padre al parecer estaba trabajando.

— Padre, Madre... — me quedé callada por si decían algo, pero nada, siguieron haciendo sus cosas como si lo que habían oido fuese por el viento — Una amiga de slytherin me ha invitado a pasar el resto de las vacaciones con ella, ¿Podría ir? — el silencio continuó, hasta que me cansé de esperar una respuesta y me dirigí a mi habitación.

En ausencia de un "no" lo tomaré como un si.

• • •

Pasó la noche y al día siguiente aproveché la hora del desayuno ya que toda mi familia se encontraba en el comedor.

Cogí un puñado de polvos flu y me metí en la chimenea — A la Madriguera— susurré y en menos de un segundo me encontraba en un sitio completamente diferente. Aparecí en un salón desordenado pero muchísimo más acogedor y familiar

Logré ver a toda la familia Weasley, a Harry y a Theo antes de salir por la chimenea.

Salí de la chimenea y todos se giraron hacia mi.

— ¡Hola! — esclamé alegre, por fin estaba con los que consideraba mi familia. Por fin iba a poder pasar el resto de las vacaciones que me quedaban tranquila. 

— ¡Oh querida! Soy Molly Weasley, es un placer conocerte por fin, Ron me ha hablado mucho de ti. — exclamó dándome un abrazo

— Yo soy Alina Greengrass, encantada señora Weasley.

— Por favor llámame Molly. — asentí mientras saludaba a todos mis amigos con un abrazo.

— ¿Bonita, has desayunado? Estás muy delgada, deberías comer un poco más. Ven que te prepare unas tortitas. ¿Alguien más quiere?...

Sonreí al ver aquel ambiente tan familiar y saber que iba a pasar lo que quedaban de vacaciones ahí.

Desayunamos la riquísima comida de Molly, entre que llevaba mucho tiempo sin comer bien y que la señora Weasley era una cocinera excelente quedé demasiado satisfecha.

Pasamos el resto del día jugando a juegos de mesa ya que estaba un poco nublado y el cielo amenazaba lluvia.

Por la noche me tocaba dormir con Ginny, la menor de los Weasley, este año sería su primero en Hogwarts.

Me acosté en la cama. Ya llevaba un par de horas intentando dormir cuando decidí levantarme a dar una vuelta para ver si me daba sueño, fui con cuidado para no despertar a Ginny aunque sospecho que aunque hubiese hecho mucho ruido no se hubiera enterado tampoco.

Al estar en mitad de la nada, a las afueras de un pueblecito, se podía observar un cielo estrellado precioso.

Ya llevaba al menos diez minutos sentada en el suelo del jardín cuando noté que alguien se sentaba junto a mi.

Me gire y vi a un sonriente Theo a mi lado.

— ¿Las estrellas en este lugar se ven preciosas, no crees? — habló Theo.

— Si, nunca las había visto con tanta claridad — contesté sin mirarlo pero con una sonrisa

— ¿No puedes dormir?

— La verdad es que no ¿Tú tampoco? — contesté

— No, hay algo que me tiene inquieto

— ¿A si? ¿Que ocurre? — digo mirándolo. El me miró alzando una ceja.

— ¿Que tal te ha ido el verano con tus padres?

— Sin más

— Sin más — repitió él — tus padres hablaron con el mío. Le dijeron que me alejara de ti que te estaba corrompiendo.

— ¿Y que te dijo tu padre?

— Nada, le negué que somos amigos. Y te pido perdón porque te insulté un par de veces para que me creyera. — El caso es que lo hizo cuando le contesté "¿Enserio vas a creer a esa familia de locos y arrogantes antes que a tu propio hijo?" — reí un poco. — ¿Que te dijeron a ti?

— Nada — alzó las cejas sin creerme — no, enserio, literalmente nada. Me han estado haciendo la ley del hielo todo el verano. Ni si quiera los elfos podían hablarme. He tenido que a prender a cocinar si queria comer, a limpiar mi habitación, a lavarme la ropa...

El me dió un abrazo. Sabía y entendía que en el fondo me dolía, aunque intentase bromear con ello.

— Gracias — le dije. — Siempre estás ahí para mi

— Gracias a ti por dejarme estar para ti y por dejarme formar parte de tu vida — me dió un beso en la cabeza y yo sonreí devolviendo la vista a las estrellas.

No se en que momento ocurrió pero allí en sus brazos, donde me sentía segura, querida y aceptada como era, me quede profundamente dormida.

Yin - yang • Theodore Nott Donde viven las historias. Descúbrelo ahora