XIX

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ℐ'𝓂 𝓃𝑜𝓉 𝒶 𝓀𝒾𝒹 𝒶𝓃𝓎𝓂𝑜𝓇𝑒

Narrador Omnisciente Pansy y Estela corrieron a ver que le ocurría a su amiga, que se encontraba en el baño de la habitación dándose una ducha y había gritado

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Narrador Omnisciente
Pansy y Estela corrieron a ver que le ocurría a su amiga, que se encontraba en el baño de la habitación dándose una ducha y había gritado.

Al ver como un hilo de sangre corría por el agua de la ducha se alarmaron y corrieron a buscar al profesor Snape, encontrándolo junto a la profesora McGonagall.

En el momento en el que terminaron de explicarle lo que había pasado, muchos de los alumnos que pasaban por ahí deseaban tener una cámara, no tenían ni idea de lo que habían dicho las niñas pero habían dejado a un Snape sonrojado, y eso era digno de ver. Mientras tanto, McGonagall intentaba mantener la compostura y no soltar una carcajada.

— ¿Porque están tan tranquilos? ¡Alina podría estar desangrandose! — dijo Pansy histérica.

— La señorita Greengrass esta bien, Yo me encargo de esto Severus. Llévenme donde se encuentra la señorita. — al llegar a la sala común de Slytherin, la mujer subió hacia la habitación de las tres chicas bajo la atenta mirada de todos los que se encontraban en la sala común. Pansy y Estela estaban dispuestas a seguir pero Draco y Theo les cogieron el brazo.

— ¿Alina se encuentra bien? — dijeron los dos a la vez, se miraron por un breve instante.

— La profesora McGonagall parecía muy tranquila, esperamos que si. Ahora vamos a subir luego os contamos.

— Pero que ha ocurrido? — las chicas relataron lo ocurrido por segunda vez. En ese momento Theo ya sabía de que se trataba.

Al llegar arriba se encontraron con una Alina en toalla y sobre su cama llorando.

— Me voy a morir verdad? — la profesora la miró con ternura.

— No, señorita Greengrass, lo que le está ocurriendo es completamente normal, ahora es usted una mujercita. — tras explicarle todo a cerca de la menstruación, los cambios que experimentaría y como asearse, se fue y sus amigas comenzaron a acribillarla a preguntas.

— Y como se siente ser una mujer?

— Pues me siento igual que antes — dijo ella encogiéndose de hombros — aunque me duele bastante la barriga y la espalda. Hoy no iré a clases, no me encuentro bien. — ellas asintieron y salieron de la habitación.

Media hora más tarde alguien llamó a la puerta.

— Adelante! — dijo la chica un poco confundida. La puerta se abrió dejando ver a Theo. — ¿Theo? ¿Que haces aquí? ¿No deberías estar en clase?

— Si, pero me he enterado de lo ocurrido...

— ¿Te lo han contado? — dijo ella alarmada y sonrojada.

— No exactamente, me han contado lo que ha ocurrido, pero lo han hecho cuando pensaban que te estabas desangrando. Oye no tienes por que avergonzarte. Es algo natural que le pasa a todas las mujeres. — la chica le sonrió agradecida y más tranquila. — Cómo te encuentras?

— Pues... duele bastante — dijo ella, feliz de poder hablar de eso con Theo sin que hiciese caras de asco o se avergonzase, se alegraba de poder hablar con el libremente de todo. El nunca la iba a juzgar.

— Te he traído algo — dijo el enseñándole una bolsa que debía de llevar al menos 3kg de chuches. A la chica se le iluminaron los ojos y el chico pensó que no podía haber cosa más tierna en el mundo.

— ¡Merlín Theo! ¿Como lo has sabido? ¡Es justo lo que necesitaba! ¡Te quiero te quiero te quiero!— repetía ella mientras que se lanzaba a darle un gran abrazo, de pronto se le había ido todo el dolor. Se apartó de el un tanto avergonzada. Theo solo rió.

— Cuando era más pequeño siempre le compraba dulces a mi madre cuando tenía la regla. Siempre se le antojaban, dulces y chocolate — contestó con una mirada nostálgica.

— Tu madre... que le pas...? — pero no terminó puesto que el la interrumpió.

— Ya sabes que murió — contestó el seco. La chica bajo un poco la mirada avergonzada. En ese momento la chica se dio cuenta de que en verdad Theo, si que guardaba muchos secretos.

— No es justo — hablo ella después de un silencio incómodo, el la miró confundido — no es justo que yo te lo cuente todo y que confíe en ti como con nadie, y que tú no me cuentes nada.

— Nunca te he obligado a contarme nada. — dijo con el ceño fruncido.

— Sabes que eso no es cierto

— Y tú sabes que si lo he hecho ha sido para ayudarte.

— Y tú deberías saber que yo también quiero ayudarte. — a cada cosa que decían cada uno subía más el tono de voz que el otro

— Pues tú deberías saber que no necesito ayuda

— Lo que si debo saber y se, es notar cuando algo es mentira, y esta vez lo es.

— ¿¡En que me ayudaría hablarte de mi madre eh?! — Gritó perdiendo la paciencia.

— ¿En desahogarte? ¿En recordarla? ¿Quieres olvidar a tu madre a caso? — dijo ella sin gritar pero duramente.

— Así por lo menos ya no dolería. — susurró Theo lo suficientemente alto para que ella escuchara. Alina suavizó su mirada y con un tono de voz normal y más dulce habló.

— Si te lo guardas todo para ti nunca podrá dejar de doler, si te guardas lo malo, siempre quedará ahí, mientras que si lo sueltas te quedarás solo con lo bueno y cuando la recuerdes, en vez de pensar en su muerte o en todo lo que no le dijiste y que se te cristalicen los ojos podrás sonreír. — se acercó un poco más a él y le cogió de la mano. — No te voy a mentir, nunca dejará de doler, pero será un dolor más llevadero. Es como cuando llevas cajas, si tienes cuatro pesarán, pero si le das dos a otra persona será más fácil, rápido y cómodo llegar a donde sea que las quieres dejar.

Theo la miró a los ojos, y sin si quiera pensarlo antes, porque sabía que entonces no lo haría, la besó.

En ese momento a ninguno de los dos le importó si sus familias eran enemigas o lo que pasaría después. Ni si quiera les importó lo que podrían hacerle sus padres si se enteraban de aquello porque para ellos habría valido la pena morir por todo lo que estaban experimentando en ese momento.

Era un beso inexperto e inocente, a penas fue un roce de labios, simplemente los juntaron durante unos segundos pero lo sintieron muy bonito.

Cuando se separaron se miraron a los ojos durante un rato, ambos estaban sonrojados. Ella le dio un beso rápido en la mejilla y con la misma inevitable sonrisa que tenía Theo en la cara dijo "vamos a comer chuches?"

Yin - yang • Theodore Nott Donde viven las historias. Descúbrelo ahora