XLIX

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Los TIMOS se acercaban y con ello se empezó a palpar un ambiente mucho más tenso en todo Hogwarts.

La gente lloraba, les daban ataques de ansiedad, incluso hubo personas que llegaron a desmayarse por la presión.

Yo estaba muy tranquila hasta que empecé a ver las reacciones del resto, no llegué a sus límites pero me contagié bastante de esa negatividad colectiva.

En ese momento estábamos en la biblioteca Pansy, Estella y yo estudiando.

— Me rindo, no puedo más — solté resoplando. Nunca había estado tantas horas seguidas en la biblioteca, y menos mal que estaba acompañada porque si llego a tener que hacer esto sola me dejo el colegio.

— Alina solo llevamos 3h

— ¿Sólo? Estela esto va a acabar conmigo. ¿No podemos hacer un descansito?

— Si tus descansos fueran de 15 min si pero teniendo en cuenta que son de 1h para arriba... no. — Resople con cansancio. Sabía que más tarde le agradecería a Estela que me obligara a estudiar un poco más pero me estaba costando.

— Está bien...

De repente vi como alguien se acercaba a nuestra mesa, era Ron. Espera un momento. ¿He dicho Ron? ¿Acercándose a una mesa con dos Slytherins más a parte de mí? Pues si, aunque suene sorprendente.

— Hola ehm... — se quedó callado unos segundo mientras se ponía rojo como un tomate.

— ¿Ron te encuentras bien? — le dije con una ceja alzada sin terminar de entender su comportamiento.

— Sisi, ehm... yo solo venía, ¿para pedirle una pluma a Pansy?

— ¿Me lo estás preguntando?

— Si, ¡Digo no! Si vengo a eso.

— ¿Vienes a pedirle una pluma a Pansy, no a Parkinson? — le dije con los ojos entrecerrados.

— ¿No son la misma persona? — preguntó el pelirrojo.

— No para ti

— No nos odiamos tanto desde la fiesta de pijamas Alina, deja de darle tantas vueltas. Toma la pluma Ronald, no me la rompas ni me la ensucies — dijo Pansy con una voz más agradable que la que habría utilizado normalmente si un traidor a la sangre le hubiera pedido una pluma.

— Claro — dije, evidentemente sin dejar de darle vueltas, estaba claro que algo estaba pasando aquí.

— Gracias, adiós.

• • •

— No me estás escuchando Theo, te digo que entre esos dos está pasando algo raro.

— Alina, cariño, sabes que siempre te escucho, que Ron y Pansy tienen algo, que hagan lo que quieran, pero tanto tú como yo tenemos que concentrarnos en otras cosas más importantes.

— El TIMO de pociones no es tan importante. Si de verdad escucharas lo que te digo estarías más sorprendido, solo estás escuchando a medias. — Theo suspiró exasperado ante mi comportamiento. Lo cierto es que estaba desquiciada de tanto estudiar durante tanto tiempo tantos días seguidos. Solo quería acabar ya.

— Vale a ver, 5 minutos de descanso para hablar y luego seguimos. Recuerda que pociones es importante para ti, ¿o ya no quieres ser aurora?

— ¡Claro que quiero serlo! Por cierto Theo, nunca me has dicho que quieres ser tu.

— La verdad es que no lo tengo muy claro. Supongo que decidiré en base a cómo me salgan los TIMOS, pero no te preocupes que serás la primera en saberlo. — contestó depositando un rápido beso en la comisura de mis labios. — Ahora cuéntame bien sobre esos dos. — Y así hice. Le conté todo lo sucedido en la biblioteca.

— Merlín, de veras están en algo.

— ¡Es lo que llevo diciéndote durante dos horas! — exclamé indignada. Theo soltó una carcajada.

— El mundo se está volviendo loco: Draco y Harry, Pansy y Ron... ¿Que sigue? ¿Snape y McGonagall?

— Esa sería buena — dije riéndome. — Somos la pareja más aburrida del grupo Theo, nadie quedó sorprendido cuando empezamos. A partir de ahora si me preguntan diré que antes de estar juntos siempre te odie.

— Oh que bonito, yo también te quiero. — sonreí mucho.

— Yo más.

— Claro claro, ahora a estudiar. — dijo volviendo a abrir mi libro. — Ya hemos hablado lo suficiente. — resoplé con fuerza. Mientras fijaba mi vista en la receta para preparar una poción del sueño.

— Theo

— Que pasa ahora

— Me gustaría tener tu fuerza de voluntad para estudiar. — se giró a mirarme.

— Estoy seguro de que la tienes lo que pasa es que no la utilizas porque estoy aquí yo constantemente obligándote.

— Pues entonces espero no tener que utilizarla nunca.

— No te preocupes, no tendrás que hacerlo, prometo estar siempre a tu lado. Haciéndote estudiar hasta que me odies.

— Jamás podría odiarte

• • •

Y llegaron los TIMOS, si anteriormente la gente estaba histérica nos os podéis imaginar hasta que punto llegaron esa semana.

Los exámenes no me fueron nada mal, y era normal porque, aunque obligada por mis amigos, había estudiado mucho para ellos.

En ese instante me encontraba haciendo el teórico de DCAO, la única parte del examen para la que nos había preparado la sapo rosa.

Fuera del gran comedor empezaron a escucharse ruidos que quitaron mi atención del examen que estaba haciendo. De un momento a otro las puertas se abrieron de par en par dejando paso a los gemelos Weasley subidos a sus escobas.

Empezaron a lanzar cohetes de artilugios Weasley (una especie de proyecto de tienda que tenían de bromas).

Dolores Umbridge se escandalizó y pidió que los persiguieran a los miembros de la Brigada Inquisitorial pero lo cierto es que estábamos todos fascinados y encantados de ver cómo sacaban de sus casillas a esa mujer. Finalmente lanzaron un cohete algo más grande que los otros que se puso a perseguir a la sapo rosa, quien empezó a correr asustada hasta la salida. Obviamente acabó por ser alcanzada por el cohete y terminó llena de cenizas y chamusquina, con los pelos de punta literalmente.

Empecé a reír a carcajadas, no podía parar, era lo mejor que había visto en mi vida.

Los gemelos Weasley salieron del gran comedor hacia los jardines y yo tome a Theo de la mano para seguirlos al igual que el resto.

Una vez fuera soltaron el último cohete pero este explotó formando una W morada y naranja. Todos empezamos a aplaudir, incluso Peeves, el poltergeist de Hogwarts se quitó el sombrero ante los Weasley.

Estábamos eufóricos, no era un final para Dolores Umbridge pero desde luego nos divertía verla como la habíamos visto.

Todo iba genial hasta que vi como unos metros más adelante Harry caía al suelo, perdiendo el conocimiento.

Yin - yang • Theodore Nott Donde viven las historias. Descúbrelo ahora