"𝐏𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐮𝐫𝐚𝐦𝐨𝐬 𝐩𝐨𝐫 𝐚𝐦𝐚𝐫𝐧𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐫𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐦𝐮𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐜𝐚𝐮𝐬𝐚 𝐩𝐨𝐬𝐢𝐛𝐥𝐞"
Todos los personajes pertenecen a J.K Rowling a excepción de Alina y algún personaje secundario má...
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Narra Alina: Pasó una semana, justo en ese instante Theo, la familia Weasley y yo nos encontrábamos frente a unas fachadas en las que parecía haber un error de numeración puesto que estaba el número once pero le precedía el trece.
¿Dónde estaba el doce?
Más pronto que tarde esa duda fue resuelta pues de inmediato las fachadas comenzaron a separarse hasta dejar ver el doce, el número doce de Grimmauld place, la casa de una de las familias mágicas más importantes y antiguas del mundo mágico, la casa de los Black.
Al entrar nos encontramos con una casa lúgubre y sucia, MUY sucia. Estaba segura de que en cualquier momento a Molly le daría una taquicardia por ver aquel lugar tan descuidado y casi me dio algo a mi cuando de entre las sombras apareció Sirius Black con una sonrisa saludándonos a todos con amabilidad.
Ronald que se encontraba a mi lado al ver el miedo que sentía me tomó de la mano y me susurró al oido de manera que nadie más pudo oírlo — No te preocupes, es inocente, está con nosotros.
De repente Ronald trago saliva y solto mi mano a lo que lo mire con extrañeza, podía ser un chico muy raro a veces así que decidí no darle importancia, miré hacia donde estaba mirando para ver a un Theo devolviéndole la mirada con la ceja alzada.
Sirius nos fue saludando a todos, se presentó con Theo y cuando fue a presentarse a mi una extraña expresión recorrió su cara.
— Sirius Black — me tendió la mano el hombre, en ese momento no sabía que hacer, ¿como me presentaba? ¿Cómo Greengrass? definitivamente no, ¿Riddle? menos todavía, ¿el apellido de mi madre? Todavía no era el momento. Así que se limitó a estrecharle la mano con una sonrisa — Alina.
• • •
Ya pasaron unos días que todos estaban allí, la señora Weasley nos había puesto a todos a limpiar la casa como posesos.
Estaba intentando llegar hasta la parte superior de una estantería pero estaba demasiado alta y me sobresalté cuando alguien me tomó de la cintura y me levantó de manera que conseguí pasar el trapo con facilidad para quitar el polvo.
Supe enseguida de quien se trataba cuando escuché la inconfundible risa de Theo. Cuando hube terminado me bajó y me giré para pegarle un golpe por el susto y después agradecerle, pero no hice nada de eso pues me puse nerviosa al ver la poca distancia que me separaba de Theo.
Cuando levanté la mirada quedé embobada, hacía tiempo que no estaba tan cerca suya y no recordaba lo muchísimo que me gustaban sus ojos de distintas tonalidades azules, al igual que un océano tanto en color como en profundidad.
