Capítulo 15

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DAMARA VOOHKERT

Esperando el regreso de Diego, que ha salido, Elizabeth me ayuda a prepararme para esta noche. Sin que yo lo supiera, ella había comprado un vestido para mí, y es muy hermoso. Negro, de hombros al descubierto, falda acampanada sobre las rodillas. Mis senos son grandes, un escote como este me viene bien. Al verme no puedo dejar de pensar en las impresiones que Daniel se llevará de mi nueva imagen y la sola ilusión me hace fantasear con que lo conquisto. No soy hija de reyes, pero mi hermano me dio el apellido de uno ¿Podría ser una señal de que estoy destinada a la grandeza?

—Eli, ¿puedo hacerte una pregunta que quede entre nosotras?

—Por supuesto. —Arruga su nariz.

—¿El Zethee estará en el club al que iremos a cazar?

Por su sonrisa anticipo la respuesta.

—Sí. Ha estado trabajando desde allí últimamente, parece que ha encontrado tareas interesantes en Londres. ¿Quieres hablar con él?

—¿Puedes conseguir eso?

Las comisuras de sus labios se extienden hasta hacerle temblar las mejillas un segundo.

—No es necesario que yo intervenga, los recibirá a Diego y a ti de todas formas.

—Pero ustedes dos son buenos amigos, ¿no es así? ¿Es una palabra que definiría tu relación con el Zethee?

—Amistad, hermandad, camaradería.

—Entonces lo conoces bien.

—Yo diría que sí.

—¿Está casado?

—Ya no.

—¿Ya no? —repito, a la espera de una explicación más amplia.

—Lo estuvo hace un tiempo.

—¿Enviudó?

—No.

—¡Damara! —El efluvio de Diego perfuma la casa un instante antes de escucharle—. ¿Estás lista?

Le dedico a Elizabeth una mirada inconforme, ella se limita a ladear sus labios fruncidos y hacer un mohín con sus cejas. Debería ser más fácil conseguir información sobre Daniel, pero creo que Eli la tiene a cuenta gotas.

—¿Damara?

Salgo de mi habitación a regañadientes, descubriendo a un apuesto Diego que ha llegado vestido para la ocasión, tan sobrio como yo, lleva un saco negro que le hace ver muy elegante.

—Pero... ¿qué? —Se le escapa, notablemente sorprendido ante mi apariencia—. ¿Qué es esto? Estás casi desnuda, así no te llevaré.

—Diego... —Elizabeth entorna los ojos—. No seas quisquilloso, es preciosa y no tiene por qué ocultarlo.

Mi hermano resopla acomodándose su corbata, ella le acaricia los hombros con aire reconfortante.

—Los dos están magníficos —comenta Athir, haciendo aparición—. Y tú, mi niña, toda una joya.

—¿Usarás un abrigo encima? —pregunta mi celoso cuidador.

—No usará más de lo que ya lleva puesto —le reprocha su mujer.

Él gruñe, pero besa a su esposa con ternura. Se despiden porque solo él me acompañará en esta primera clase práctica. Subimos al auto que ha estado usando.

De camino al club, de repente tengo mucho en qué pensar.

—¿Qué pasa? —cuestiona al cabo de un par de kilómetros.

—En la caza de hoy... Las presas van a morir, ¿verdad? —pronuncio las últimas palabras bajo y con timidez, sé que es ridículo preguntarlo.

—Sí, vamos a matar. Hay algo que tienes que entender. Eres una criatura diferente, sácate los prejuicios de la cabeza. Para ti, ya un humano no puede valer más de lo que para él una chuleta de vacuno. Es igual.

—¿Y qué pasará con los cuerpos?

—Nos desharemos de ellos.

—¿Se hace así siempre?

—Por lo general.

—Pero hay vampiros que se dedican a acomodar a los muertos, ¿no?

—Es en otro tipo de casos, la mayoría de las veces se hace para evadir impuestos.

—No entiendo.

—Cuando se matan uno o dos de vez en cuando, no importa. Es algo que puedes hacer por ti misma y que si sabes hacer bien no debería traer mayores problemas. Pero si quieres hacer una fiesta, o por alguna razón necesitas gran cantidad de humanos, allí tienes que conseguir un permiso del Zethee y comprarle a él, como representante único de nuestra sociedad, el servicio. Dependiendo del número de personas que pidas, él pagará al estado de donde los tome una especie de impuesto por ellos, de esta...

—Un momento, espera. Creo que entendí que el Zethee paga a... ¿Los gobernantes por las vidas que va a tomar? ¿Cómo?, ¿acaso ellos saben?, ¿qué es lo que saben?

—No creerás que hubiéramos podido progresar estando aislados del imperio humano, ¿o sí? Quiérase o no, es el homo sapiens quien domina actualmente al mundo. Debíamos aliarnos con ellos para poder surgir. Hay países con los que nuestra sociedad tiene convenios, en ellos sus mandatarios saben de nosotros, lo que somos, eso nos da ventajas. Hay mucho dinero de por medio, pero el Zethee, que es nuestro embajador, se encarga de mantener todos esos negocios y alianzas que él mismo como señor actual logró en su mayoría. Los vampiros como comunidad hoy por hoy tenemos una posición que antes ninguno habría siquiera soñado, todo gracias a esto, a él y sus ideas visionarias.

—¿Pero alianzas de qué tipo?, ¿para qué?

—Existen muchas clases de convenios. Algunos son como el que te acabo de decir, por ejemplo, para el festival de cadáveres se necesitan las demandas más grandes, tanto para beber como para competir. El Zethee paga al estado un impuesto, y eso le permite tomar a esas personas. Algunas veces el gobierno los proporciona, entregando convictos de sus propias cárceles, o inclusive hasta personas de quienes ellos simplemente se quieran deshacer. Así que ambas partes consiguen ganancia. También hay vampiros acaudalados, que por tener numerosas propiedades son dueños de hasta casi ciudades enteras, para ellos también se tienen convenios, antiguamente se fingían sucesiones a herederos, el vampiro debía hacerse pasar por muerto, cambiar los nombres de sus documentos y otras tonterías. Ahora no. Simplemente el estado sabe quiénes son, saben que están allí y ya no es necesaria tanta lata. Claro, no se trata tampoco de que todos los habitantes del planeta se enteren, pero con que lo sepan los importantes, que nos sirvan o no estorben, al menos con eso es suficiente

—¿Estos gobernantes saben lo que se hace con esos humanos?

—Supongo que sí, aunque no es requisito explicárselos, mientras el pago se mantenga. Sin embargo, en Montemagno se encuentra un representante humano, algo así como una embajada, aunque con funciones distintas. Su misión es asegurarse de que no se organice un ataque contra las naciones, en el supuesto de que los vampiros llegasen a codiciar el dominio del mundo. —Hace un gesto burlón—. Pero jamás hemos tenido esa clase de problemas. Ambas especies sabemos que a nadie le conviene, y tal como estamos es mucho mejor, cada quien en lo suyo.

—¿Y los vampiros cómo están tan seguros de que el supuesto ataque no podría más bien venir de parte de los humanos?, ¿de las grandes potencias? —cuestiono mientras se estaciona frente a un iluminado y lujoso bar.

—Existen vampiros con altos cargos en el poder que cumplen para el Zethee funciones similares a las que te acabo de decir, y hay países, gobernantes, mejor dicho, que reciben de nosotros una retribución que, sin ser siempre monetaria, ni en dos mil vidas podrían conseguir por sí mismos.

Éxtasis CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora