DANIEL LEÓN
—¿Qué? —Su reacción es apenas notoria.
De todo lo que he podido decir para pedirle matrimonio, lo que mejor me ha parecido es ofrecerle el cielo y mostrar más interés en sus habilidades que en su amor. Si le dijera lo que siento no solo me rechazaría, se reiría de mí. No me conviene la sinceridad. No hasta que Damara llegue a sentir lo mismo. Después de todo, lo que le digo ahora tampoco son palabras vacías y las bodas no son más que un pacto.
—Dame la indestructibilidad de mi gobierno y yo pondré el trono a tus pies. —Intento venderle la idea—. Solo imagina lo que seríamos juntos, ¡Imagina el alcance de nuestro poder! Nadie sería capaz de levantarse contra nosotros, extenderíamos el mandato por el resto de nuestras vidas. Imagina, Damara, lo que ofreceremos a nuestros herederos. Puedes proveerme de hijos, si me das un varón él sería mi sucesor, nuestro imperio no pasaría jamás a terceros, y tú asegurarías un futuro en la realeza aun cuando yo ya no exista más.
Abre sus ojos y separa sus labios que se le han vuelto blancos.
—Tendremos un nuevo comienzo —susurro animado—. No más hostilidades, no más juegos, solo tú y yo, sin máscaras. Y el futuro magistral que nos espera. Mi propuesta es sencilla: entrégate a mí y yo te consagraré mi vida. A la esposa del Zethee se le conoce como la esclava principal, pero seré yo quien viva a tu servicio, honrándote como la diosa que eres.
La miro entera, contemplándola.
—Te daré una vida extraordinaria, llena de tesoros tangibles y etéreos, una vida llena de poder, de amor, de sexo, de fortuna perpetua.
Por segunda vez desde que estoy con ella siento fuertes ganas de decirle que la amo, pero lo que ella pueda sentir por mí me es una incógnita...
—Un solo signo bastará para que yo te revele todo lo que hasta ahora no me habría atrevido a decirte. —Es todo lo que agrego—. Te deseo, Damara, y lo sabes. Desde que apareciste en mi vida te volviste mi obsesión, nunca había codiciado tanto a una mujer, lo que me haces sentir parece obra de magia oscura. Antes de poseerte, cuando te anhelaba, no importaba cuántas esclavas tomara, no conseguía satisfacerme. Después de tenerte no me apetece nadie más. Fiel a lo que acabo de decirte, hay otras cosas que quisiera que supieras, pero no hablaré de ellas hasta tanto tenga certeza de ti.
Me quedo en espera de una respuesta, sin embargo, mi diosa parece cada vez más metida en sí misma.
—No puedo —dice poco concluyente—. Necesito entender qué es lo que está sucediendo, quiero ver a Diego, quiero que me explique. ¿Qué fue lo que hice?, ¿asesiné vampiros?, ¿asesiné vampiros? —repite frenética.
—Cálmate y escucha. Todos pueden decir lo que quieran, pero la última decisión la tomo yo. No importa cuánto te acusen, si yo no lo permito, nadie podrá tocarte. Más aún, si nos casamos y te declaro como mi zrasny, serás invulnerable.
—¿Casarnos? —Recién parece reaccionar ante la palabra, parece que su mente va varios minutos más atrás en la conversación—. ¿Por qué?
—¿Tengo que repetírtelo?
—El vampiro que me raptó puso en mí su sangre sucia y me infectó... ¿De qué? —Se mira asustada—. ¿Qué soy?, ¿dónde está Diego?, ¿dónde está Elizabeth?
—Primero lo primero. Si no hacemos algo al respecto, tu condición te matará de todos modos. —Esto es real—. Por favor. Dedicaré lo que sea necesario para ayudarte a controlarlo, pero es un desgaste de energías que solo podría darle a una esposa. Ya evalué los riesgos, Damara. Desde hace mucho. He armado un personal, estarán en los entrenamientos tomando todas las previsiones. Un equipo conformado por expertos competentes que yo mismo elegí. Claro que yo estaré a la cabeza, presente contigo en todo momento. No te pediría que confiaras si no estuviera seguro de que va a funcionar. No morirás. Vivirás como la diosa roja que eres.
Dejándose caer, llora de rodillas.
—El suelo no es lugar para la futura reina de los vampiros. —Me arrodillo junto a ella.
Con una risa peculiar parece burlarse de su propia suerte.
—¿Reina de los vampiros o una esclava más?
—Ven a ver por ti misma la vida que voy a darte y determínalo tú. Ya no más juegos Damara, ni más mentiras. Me parece que en este punto lo mejor que podemos hacer es empezar a sincerarnos con nosotros mismos, ¿no te parece?
—¿Qué quieres decir?
—Digo que llevas dentro de ti a mi hijo y que nos espera un futuro extraordinario, juntos. Todo lo que hice fue necesario, espero que lo puedas entender.
—Esto terminará en una tragedia. Tú me destruirás o yo te destruiré a ti, y a ti no te importa lo que pueda pasar conmigo.
Para demostrarle lo mucho que se equivoca, tomo su mano y la deslizo por mi piel.
—Esto me pasa solo contigo. —Le muestro cómo me erizo—. Dos veces me he enamorado, Damara, y ni aun la primera fue como esta. Que pongas en duda lo que siento y el porqué de mi decisión, es un insulto a lo que soy. Esa bestia sádica que en ti se despierta, infernal, exquisita, tan perfecta... Yo la adoro. Sé que al pretender desatarla pongo mi vida en riesgo porque tu corazón no se inclina hacia mí. Pero no tengo miedo. Si debo ser destruido, quiero y elijo que sea por tu mano. Ya no más disfraces, esto es lo que soy y esto es lo que quiero.
Me levanto, convencido de que ganaré más si le comparto mi alma.
—Deja todas tus dudas atrás, yo aparté de mí las mías. Dame tu mano, Damara, gobernemos para siempre.
Con mi propuesta le ofrezco mi derecha. Ella la mira, pero no me corresponde.
—No esperes que te ame después de haberme lastimado como lo hiciste. Por la razón que haya sido, y aunque seamos criaturas antinaturales, tu ensañamiento en mi contra es algo que no voy a olvidar.
—No hay nada más natural que un vampiro, y no te pido que la olvides, solo que lo comprendas como el lamentable medio para un fin.
Se queda pensando. Quiero creer que no me dejará con la mano tendida, así que la mantengo en el aire. Su silencio empieza a herirme, pero entonces sus labios se mueven.
—La libertad de Athir —pide, entiendo que es un requisito que me pone para aceptar el matrimonio—. Y la expulsión de todas tus esclavas sexuales.
Asiento, jurándole con el gesto que cumpliré cabalmente sus condiciones. Este es nuestro comienzo, grandes cosas nos esperan.
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Éxtasis Carmesí
VampirgeschichtenDaniel León es un vampiro poderoso y amante de los placeres carnales. Las correas que limitan a sus demonios se ven amenazadas cuando una joven que acaba de perder su humanidad despierta en él una sed de lujuria tal, que su mente lo invita a cumplir...