Capítulo 19

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DAMARA VOOHKERT

De vuelta no digo una palabra, estoy demasiado irritada para hablar. Daniel León resultó ser un arrogante de mierda, nunca me habían despreciado de tal forma, siento la rabia acumulada en el estómago.

Diego conduce por la carretera transversal, lo que hace el viaje más alargado, pero según él, necesitamos ir por allí. Deteniéndose en uno de los más escabrosos despeñaderos que bordean la zona este de la ciudad, saca la valija férrea con el cuerpo de Axel y camina cuesta abajo conmigo siguiéndole.

Detrás de la crecida maleza desolada, cava un agujero con sus propias manos. La tarea parece fastidiosa, pero con sus habilidades sobrehumanas lo logra en un tris. Destrancando los broches sujetadores, saca cada pieza que sostienen las correas, arrojándolas al fondo de la cavidad. Después de arrojar el rompecabezas humano, escurre el relente sanguinolento y echa encima la misma tierra que antes apartó.

—¿Y lo dejarás así?

—¿Qué quieres? No seas egoísta, los gusanos también comen.

—¿Qué es Pazoraxsi?

—PA.ZO.R.AXI —silabea—. Son las siglas de Paum Zorbet Rybge Axsitel.

—Zansvriko.

—Obvio.

—¿Qué significa?

—Cámara departamental de exacción de gabelas, ellos se encargan del cobro de impuestos y de llevar los registros fiscales. Demandan el cumplimiento de las obligaciones tributarias de cada vampiro en cada país, y a ellos los controla el PA.VE.R.AXI., Paum Vemtpo Rybge Axsitel, que es la cámara global. Administra los aranceles a nivel mundial, son ingresos que costean los gastos públicos, como los festivales, la manutención de Montemagno o lo que te explicaba de camino al club.

—Ese Daniel es un grosero. —Me gana la frustración cuando subimos al auto—. Estoy decepcionada del supuesto rey.

—Supuesto no, y a mí no me molesta que te quejes, pero en Montemagno tienes que cuidar lo que dices.

Me apoyo en la ventanilla. Él continúa.

—Daniel puede ser jodido. Si alguien del personal oficial quiere hablarle, pero no llevan puesto el uniforme, él no lo escucha ni aunque se estén desangrando. Los hace devolver a que se vistan y regresen como debe ser.

—Déspota.

—No me sorprendería que esté esperando a que te registres para tratarte.

—¿Y mientras tanto qué? ¿Soy tan poca cosa que no merezco ni un saludo? Por mí, que coma mierda.

—¡Hey!

Respiro profundo, tratando de tranquilizarme porque no quiero demostrar el verdadero motivo de mi odio. Me molesta haberme sentido atraída por él y haber creído que se fijaría en mí. Fui tan ilusa.

Retomo mi protesta de silencio hasta llegar a casa. Elizabeth y Athir tratan de averiguar lo que me sucede, pero yo paso directo a la ducha. Escucho a Diego contarles sobre el trato que recibí. Eso me da ganas de llorar.

Me desnudo de mala gana, metiéndome bajo el agua y tallándome las manchas sanguinolentas de mis piernas, pecho y los grumos adheridos a mi cabello. Con la frente en la pared, empiezo a pensar en lo mucho que me gustaría no volver a ver nunca la cara de ese hombre. Pero que, al mismo tiempo, el sí sepa de mí y se arrepienta de haberme despreciado.

Al terminar me visto con un pijama ligero. Era de calidad, pero ahora la prenda está desgastada. Me gusta porque mientras más estirada, más cómoda se ha puesto. Hace rato que ya escuché a mi hermano salir con su esposa. Apenas me acuesto, siento los pasos de Athir caminar por el pasillo hasta detenerse a mi puerta.

Éxtasis CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora