Capítulo 27

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DANIEL LEÓN

—¿Podemos conversar en calidad de amigos? —propone Diego.

Le he pedido acompañarme de regreso al club. Aunque no le hablaré todavía de mi propuesta final, quiero mover otras piezas que necesito de mi lado. Durante el trayecto no habló conmigo, se mostraba tenso. Ahora que estamos en la privacidad de mi despacho, su semblante me hace recordar aquella actitud que tenía cuando lo conocí. Años atrás, cuando nos reunimos por primera vez y le revelé la existencia de los vampiros, me presenté como Zethee y le ofrecí un trabajo en mis filas. Su posición fue tajante al momento de negociar acerca de su hermana. A todas fuerzas él no quería dejarla atrás, aunque para entonces ella solo fuera una nena. Hacía todo este tiempo que yo no había vuelto a ver en su semblante esta determinación.

—Claro —concedo.

Sus palabras piden una conversación amistosa, pero su postura muestra desafío y acechanza. Está bien. Tiene una paciencia de la que yo carecería si estuviera en su lugar.

—No me gustó lo que le dijiste a Damara —dice con tono respetuoso—. No intervine porque no quise pasar por encima de la autoridad que por supuesto tienes. Sé que esto no es un asunto personal para ti, conozco de sobra tu trato hacia los infractores. Pero es mi hermana. Y como comprenderás, tengo este instinto protector del que no puedo deshacerme.

Esto confirma mis suposiciones. Definitivamente no le gustará enterarse de que la deseo.

—Te estimo, Diego, mucho —le respondo relajado—. Y es precisamente por ti que estoy en esta posición tan difícil. Sé que ella es como tu hija. Quiero arreglarlo todo de la forma más discreta e indulgente posible, pero tienes que reconocer que Damara no ayuda en nada. Ha sido grosera y rebelde. No me gusta hacer favores a desagradecidos. Tú sabes bien cómo funcionan las cosas, conoces el castigo que tendría si no estuviera amparada por ti, ni tú por Elizabeth.

—Y te lo agradezco —afirma con ojos sinceros, pero con la frente en alto—. Reconozco la culpabilidad de mi hermana e incluso la mía propia por no contenerla mejor. Cuando yo me convertí no me sentí especialmente incitado a matar como animal. Me equivoqué pensando que ella no necesitaba vigilancia extra. Fui irresponsable. Estoy dispuesto a cargar yo con la penalidad.

—Ningún vampiro puede tomar el castigo por otro —le recuerdo.

—En parte fue mi culpa —insiste—. Soy responsable por ella, debí controlarla.

—Tranquilo, Diego. —Invito con un ademán y el ceño fruncido—. Tengo intenciones verdaderas de ayudarte y lo haré. Es una excepción extraordinaria. No será castigada con la severidad que sus actos demandan, pero consolidaré todas sus deudas y deberá pagar hasta el último centavo de todos los gastos que acarreó, tal como dije.

Veo esperanza en su semblante.

—¿Pagar entonces? —repite casi feliz.

—Con trabajo a mi lado.

Su entrecejo se arruga progresivamente, dándole rigor a su expresión.

—¿Pero haciendo qué? Damara no sabe nada —admite con tristeza—. Al menos yo era buen asesino cuando tú me reclutaste... Podrías... ¿Le darías la oportunidad de prepararse? Tal como conversamos la última vez. Si se matricula en algo que pueda servir...

—No —corto de inmediato—. Será ahora. Esté lista o no.

—¿Pero en qué te servirá si no tiene experiencia para nada? Además, y con todo respeto, no creo que tesorería necesite el pago urgente. Si Damara se empeña, podría terminar rápido de estudiar y empezar a abonar en unos pocos años...

Éxtasis CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora