Capítulo 31

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DAMARA VOOHKERT

Volvemos a la pulida senda sepia que se extiende a lo largo del horizonte. Cientos de estructuras se van levantando a nuestro alrededor, construcciones de tonos lúgubres y arquitectura gótica. La piel de mi nuca se eriza.

—Allá se celebran los juicios. —Diego señala una cúpula de cerámica negra—. Dependiendo del caso, algunos acusados se procesan en privado, otros son de presentación libre. Cuando hay escándalos, o el crimen le concierne a la colectividad, entonces todo esto se atesta de vampiros.

—No es mi caso, ¿cierto? Por lo que ya sabes...

—Claro que no.

—Por cierto, ¿qué sabes de Aer?

—¿De quién?

—El vampiro con el que hablaba en la biblioteca.

—Nada.

—¿Cómo puedo averiguar si me conviene ser su amiga? ¿Será alguien importante?

—¡Oh! —se mofa—. ¡Perdone, no sabía que escoltaba a la reina de los vampiros! Procuraré agraciarla para que mi presencia sea digna de su majestad.

—Pues tengo el apellido de quien fuera un Zethee. —Paso sobre su sarcasmo.

—Gracias a mí.

—Hablo en serio. Es que me habló un poco de a lo que se dedica, me parece que sería oportuno empezar a tener contactos. Fue muy amable conmigo.

—Creo que Elizabeth sí lo conoce.

El suelo vuelve a cambiar, mostrando piedra plomiza me hace sentir en medio de una ciudad vieja. Diego se desliza a la velocidad propia de nuestras capacidades, yo le sigo el ritmo.

—Solo hay unas pocas casas en esta área, pertenecen a gestores del Zethee, oficiales, consejeros y capitanes. El cuerpo militar general reside más o menos en la misma dirección de las jaulas y Abybozos.

Las casonas se separan una de otra por vastas extensiones de terreno, todas distintas entre sí pero con la arquitectura en común: arte puramente zansvriko. Enfocamos nuestra marcha hacia una en específico. Su techo tiene una cúpula de múltiples vértices cada cual de desigual altura, una bóveda oscura sobre una obra no menos lúgubre, siniestra, perfecta.

—Bienvenida.

—Por los colmillos de un vampiro, ¡es una casa preciosa!

La enorme puerta de plomo se abre, nos recibe Elizabeth exquisitamente vestida.

—¿Qué tal el registro?

—¡Una locura!

La decoración interior tiene fondo oscuro, con algunas figuras doradas que le dan un aire sobrio. El mobiliario es de caoba, hay faroles rectangulares y pinturas de apariencia antigua. En el comedor hay un banquete.

—Espero que te guste el jabalí asado.

—Atención aquí —me pide mi hermano, entregándome un papel—. Este es tu número de identificación, debes memorizarlo.

—¿Por qué me tomaron muestras?

—Forman parte de la información de cada vampiro. Solo existen cuatro tipos de venenos, la analizan para clasificarte. Con la sangre descartan cualquier padecimiento posible.

—Qué eficiente servicio de salud.

Elizabeth suelta una sonrisa muy baja ante mi ironía.

—De hecho —explica ella—. Es importante detectar a tiempo si alguno carga con una anomalía que ponga en riesgo a los demás. Es por eso que se hace.

Éxtasis CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora