Capítulo 24

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DANIEL LEÓN

Paso las horas intranquilo. Aunque intento no pensar demasiado en el asunto que no me incumbe, me genera curiosidad y estrés el hecho de que Diego todavía no regrese. Me tienta la idea de enviar un vampiro a aquella casa para averiguarlo todo, tengo la excusa perfecta, que sería mostrar interés limpio en ayudar, pero si cedo a esto convertiré la acción en algo personal y no quiero.

Le pongo trampas a mi ansiedad marcando un límite de treinta minutos más de espera antes de involucrarme, renovándolos cada vez que se terminan. Empiezo a evaluar cuánto tiempo más podré tolerar así, cuando por fin llaman a la puerta de mi despacho aquí en el club.

Internamente doy gracias.

Diego viene acompañado de Elizabeth.

—¿Qué pasa? —pregunto al ver sus caras.

—Te necesitamos —dice ella, dedicándome ojos tristes.

Malas noticias, tienen que ser. Algo sobre la chiquilla.

—Es mi hermana —confirma Diego—. Athir me buscaba porque la vio alterada, parece que salió a cazar por sí sola.

—¿No ha vuelto? —suelto con una preocupación que desconozco.

—Sí, regresó. Pero tuve que encerrarla. Bebió demasiada sangre y perdió el control. Ella...

Mi amigo hace una pausa. Sea lo que sea le cuesta decírmelo, así que lo aliento.

—¿Qué pasa, Diego? —Intento mostrarle consideración—. Por favor, sé más específico.

—No sabemos lo que hizo. —Elizabeth lo ayuda—. Llegó a la casa bañada en sangre humana.

—Cabe la posibilidad de que haya asesinado sin medida —explica mi amigo—. De que haya dejado los cuerpos por ahí... Sabes que es totalmente novata, no tiene ni idea de cómo hacer las cosas, en especial estando tan desorientada por los excesos como está. Dudo mucho que haya tenido la prudencia necesaria para ocultar las evidencias. Lo que podría terminar en un...

—Escándalo —completo yo, inexpresivo.

Mi mente trabaja rápido.

Algo que ha garantizado nuestra seguridad y supervivencia es la discreción para llevar nuestro estilo de vida. Antiguamente los vampiros eran más perseguidos que hoy, cuando muchos de nuestros ancestros bebían sin medir las consecuencias de sus actos.

El único grupo acosador vigente y que se ha mantenido a lo largo de los siglos son los cazadores. Para fortuna actual de la sociedad que conformo, ni siquiera ellos se atreven a gritar a los cuatro vientos la impertinente profesión a la que se dedican, porque el desarrollo de la humanidad y su educación han debilitado las creencias. El humano antiguo era mucho más supersticioso. A medida que las décadas avanzan, las teorías de nuestra existencia pierden veracidad y respeto. El humano hoy se burla fácil de lo que en otras épocas le habría horrorizado. Para cualquiera sería una locura, suicidio social, y una puesta en ridículo decir que andará por ahí cazando vampiros.

Sin embargo, la comodidad con la que nos mezclamos entre la gente no solo viene dada por el progreso, sino también de nuestros modales. Por obvias razones no dejar cuerpos secos tirados por ahí ayuda mucho. El vampiro que carezca del sentido común básico para entender esto, representa un problema que nos afecta a todos.

Ahora bien. Algunos humanos gozan de privilegios de información. Los principales gobernantes, entiéndase las autoridades máximas de los países con actividad vampírica, saben de nosotros. Yo, Daniel León, en calidad de Zethee actualmente liderando a los vampiros, pago impuestos al gobierno de estos países para tener la libertad de resolver nuestras necesidades y problemas a nuestro modo.

Éxtasis CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora