𝐅𝐎𝐑𝐓𝐔𝐍𝐀 𝐆𝐑𝐈𝐄𝐆𝐀 ━━━ Reyna Ramirez-Arellano

LV

A la mañana siguiente Maggie fue la primera en salir de la cisterna para revisar sus armas y darles mantenimiento. Un rato después Piper y Grover se fueron en la base de la colina. Todos fueron tomando diferentes posiciones de lo que podría ser una mañana normal si quitabas el hecho de que el día anterior casi mueren siendo tostados por una antigua deidad del sol.

Maggie cantaba una canción de Elton John, mientras limpiaba la espada de Dédalo, apoyada en el móvil Bedrossian. Luego de un rato se le unió Piper seguida de Meg y Apolo. Su amigo Grover había decidido quedarse atrás, para unir a las desmoralizadas dríadas. Maggie y Piper, quienes habían sido asignadas en el puesto para conducir hasta Pasadena, fue porque las dos semidiosas mayores por sus respectivos poderes y el poder influir en cualquier oficial de tránsito si las detenían.

La primera en conducir fue Piper, mientras Maggie fue en el asiento de copiloto. Volvieron sobre su ruta del día anterior. Piper mantuvo sus ojos fijos en el camino. Maggie por otro lado iba golpeando sus piernas al ritmo de la canción que tarareaba la canción de Elton John que había estado cantando antes de salir de la cisterna. Apolo se movió al frente y todo el hombro de la semidiosa interrumpiéndola.

—Creí que tus gustos cambiarían a algo más moderno, digo ya no usas esos lentes de sol llamativos —le dijo el castaño.

—No las deje de usar, solo que normalmente ya no las saco en Misiones, no desde que Percy, Jason y yo casi perdemos un brazo —murmuró.

— ¿Cómo..? —Meg quiso preguntar.

—No preguntes, es una anécdota muy embarazosa —una sonrisa se asomo por la boca de la joven.

— ¿Sabés? Anoche tuve un sueño, sobre los romanos —Apolo no había terminado de decir la palabra cuando Maggie ya se había girado completamente teniendo su completa atención en él.

— ¿Tienes noticias sobre ellos? ¿Están bien? —Apolo vio la visible preocupación de la castaña reflejada en sus ojos.

—Eso creo, Leo ya los alerto del ataque y ya se están preparando para defenderse.

Eso pareció calmar a la semidiosa bastante porque cambio a tararear una canción mucho más feliz del cantante británico. Todos sin hablar el resto de camino, solo viendo la carretera y escuchando a la hija de la suerte seguir tarareando los éxitos del británico.

—Nunca me ha gustado esta ciudad —murmuro Apolo hablando para todas—. Me hace pensar en juegos de muestra, desfiles descuidados y estrellas borrachas con bronceados artificiales de latas de aerosol. 

Piper tosió mirando a Maggie con incomodidad.

—Ejem, la madre de Jason era de aquí, ella murió aquí, en un accidente de automóvil.

—Lo siento. ¿Qué hizo ella? 

—Ella era una estrella borracha con un bronceado en aerosol, justamente —dijo Maggie.

—Ah.

Quedaron en un silencio incómodo que les tomó varios kilómetros dejar detrás. 

—Entonces, ¿por qué Jason quería ir a la escuela aquí? 

 Piper se agarró al volante. 

—Después de que rompimos, se transfirió con un grupo de niños al internado en las colinas, verás, supongo que él quería algo diferente, algo tranquilo y fuera del camino, sin drama. 

—Estará feliz de vernos, entonces —murmuró Meg, mirando por la ventana. 

En la cima de una colina se encontraba la escuela de Jason, un campus en expansión de ladrillo rubio, edificios entrelazados con patios de jardín y pasillos sombreados por árboles de acacia, el letrero al frente, hecho en sutiles letras de bronce en una pared baja de ladrillo, decía: "ESCUELA EDGARTON DAY Y BOARDING". Piper aparco en una calle residencial cercana, usando la estrategia Piper McLean que habían estado usando los últimos días. Un guardia de seguridad estaba de pie en las puertas delanteras de la escuela, pero Piper le dijo que les habían permitido la entrada y el guardia, con una mirada de gran confusión, estuvo de acuerdo en que les permitieron entrar.