LXII

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Los días siguientes fueron casi tan duros como la propia batalla. La guerra les dejo un gran desorden difícil de arreglar con una fregona y un cubo. Maggie y Jason se encargaron de dirigir las operaciones limpieza en los alrededores del campamento como ayuda a los pretores. Término había sobrevivido a la batalla, estaba débil y afectado, aunque sus primeros anuncios fueron que adoptaba formalmente a la pequeña Julia.

La pequeña parecía encantada, aunque Término hizo que Maggie tuviera que aceptar ser quien apadrinara su decisión ante el consejo. Tyson y Ella parecían a salvo. Una vez que Ella se enteró de que al final Apolo no había estropeado la invocación, anunció que ella y Tyson volverían a la librería para limpiarlo todo, terminar los libros sibilinos y dar de comer al gato.

«¿Entonces habías arruinado una invocación?» — lo empezó a Maggie.

— Cállate, Maggie — gruñó Apolo siguiendo fregando el piso, mientras Jason pasaba volando sobre ellos llevando el agua sucia de las cubetas, cayendo varias gotas sobre el dios.

— ¡Lo siento, Apolo! Trataba de no pisar donde limpiabas — le dijo el rubio.

Apolo solo le dirigió una mirada de advertencia a la semidiosa.

— ¡Maggie, necesitamos tu toque de suerte, ven! — grito Thalia en la distancia. Con un ademán la semidiosa se despidió del dios para irse donde su mejor amiga la esperaba.

Con la ayuda de Thalia, Reyna y Maggie encontraron a Tuerto y Orejitas, los pegasos maltratados del carro de los emperadores. Reyna se encargo de tranquilizarlos, les prometió que los curaría y los convenció para que volviesen con ellas al campamento, donde se pasó la mayor parte de su tiempo vendándoles las heridas y proporcionándoles comida saludable y mucho aire libre al cual se les sumaba Gart.

En una sola noche se encendieron todas las piras funerarias, al pie del templo de Júpiter, y compartieron el tradicional banquete dedicado a los muertos para mandar a los compañeros caídos al inframundo. Los lares acudieron en masa hasta que la ladera se convirtió en un brillante campo morado donde había más fantasmas que vivos.

Reyna se retiró al fondo quedándose con Maggie y dejó que Frank oficiará con la intervenciones necesarias de Jason. Frank había recuperado rápido las fuerzas. Vestido con su armadura y su capa granate, pronunció el panegírico mientras los legionarios escuchaban con sobrecogimiento y reverencia. Hazel también ayudó recorriendo las filas y consolando a los que lloraban o parecían conmocionados. Reyna se quedó en la periferia de la multitud, apoyada en sus muletas, mirando tristemente a los legionarios como si fuesen seres queridos a los que hacía una década que no veía y a quienes apenas reconocía.

«¿Estás lista para la sesión del Senado?» — le preguntó Maggie con una pequeña sonrisa.

Reyna se quedó un momento en silencio observando a los romanos que se iban de dos en dos y de tres en tres en dirección a la Nueva Roma, donde iba a celebrarse una sesión nocturna especial en el Senado. Finalmente con un asentimiento avanzó por la ladera con sus muletas.

𝐅𝐎𝐑𝐓𝐔𝐍𝐀 𝐆𝐑𝐈𝐄𝐆𝐀 ━━━ Reyna Ramirez-ArellanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora