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Mientras el barco se mecía de un lado al otro, Maggie estaba en la mesa del comedor con una taza de chocolate, tarareando canciones con los ojos cerrados mientras Nala que apenas la escucho llegar subió al encuentro de su dueña, Las olas rompían contra el casco mientras unas voces airadas sonaban encima de la cubierta: los gritos de Percy y los chillidos del entrenador Hedge dirigidos al lago. Festo, el mascarón de proa, escupió fuego varias veces. Después de lo que parecieron horas, el motor empezó a zumbar. Los remos crujieron y chirriaron, el barco se elevaba en el aire. El balanceo y el temblor cesaron. En el barco no se oía nada a excepción del zumbido de la maquinaria. Poco a poco los tripulantes de Argo a excepción del entrenador se reunieron bajo cubierta para cenar. Era la primera vez que se sentaban todos juntos, solos los siete, con una semidiosa extra. A la que habían encontrado con una cuchara de cocina sobre la silla en la que estaba sentada, cantando Crocodile Rock de Elton John. La tensión en el comedor era tan visible. Hubo un momento incómodo cuando Percy y Jason intentaron sentarse en la misma silla a la cabecera de la mesa. De las manos de Jason saltaron chispas en sentido literal. Tras una breve y silenciosa pausa, como si los dos estuvieran pensando: «¿En serio, amigo?», cedieron la silla a Annabeth y se sentaron uno enfrente del otro a ambos lados de la mesa. La tripulación cambió impresiones sobre lo ocurrido en Salt Lake City, pero ni siquiera la ridícula historia de Leo sobre cómo había engañado a Narciso y los comentarios divertidos que agregaba Maggie, bastaban para aligerar el ambiente.

—Entonces ¿adónde vamos ahora? —preguntó Leo masticando un bocado de pizza—. He hecho unas reparaciones rápidas para salir del lago, pero todavía quedan muchos daños. Deberíamos volver a aterrizar y arreglar las averías antes de cruzar el Atlántico.

Percy estaba comiendo un trozo de tarta azul, Maggie estaba a su lado comiendo un pedazo de tarta igual al de chico.

—Tenemos que alejarnos del Campamento Júpiter —dijo—. Frank ha visto unas águilas sobre Salt Lake City. Suponemos que los romanos no andan muy lejos detrás de nosotros.

—¿No deberíamos volver e intentar razonar con los romanos? Tal vez... tal vez no me esforzara lo suficiente por persuadirlos.

Jason le cogió la mano.

𝐅𝐎𝐑𝐓𝐔𝐍𝐀 𝐆𝐑𝐈𝐄𝐆𝐀 ━━━ Reyna Ramirez-ArellanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora