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Cuando el dispositivo explotó, solo tuvieron la vivida imagen en sus mentes de la Blemios soltando una maldición. La cueva tembló. Pedazos de estalactitas húmedas cayeron dentro del lago y golpearon contra los cascos de las barcazas. Una ráfaga de aire estalló del medio del lago, levantando el muelle y llenando la caverna con olor a brillo labial de mandarina. El soldado y el guarda bosques les fruncieron el ceño.

—Ustedes hiciste explotar a Nanette. Eso no fue educado.

—¡Espera! —gritó—. Ella probablemente sigue nadando de regreso. Es un largo túnel.

Meg seguía medio consciente, murmurando y temblando en los brazos de Maggie que temblaba de vez en cuando por la ropa mojada. Al final el guarda bosques suspiró.

—De acuerdo, Apolo. ¿Preferirías ser pisoteado primero, o desmembrado? Por lo menos tienes derecho a elegir.

—Eso es muy cortés —estuvo de acuerdo—. ¡Oh, dioses! ¡Miren allá! Deben perdonarme.

Pero el blemios cayó. Fueron lentos al "mirar allá". No pudieron mirar. No pudieron girar sus cabezas sin voltear todo su cuerpo, así que ejecutaron un giro completo de ciento-ochenta-grados. Sin que nadie se diera cuenta Maggie sacó su arco y lo cargo con dos flechas dirigidas a los Blemios.

—¡Apolo! —le grito, justo cuando soltaba las flechas y pasaban ambas por ambos lados de su cabeza para clavarse en la parte detrás del Blemios con ropa de guardabosques.

Con un grito ahogado, el Blemios se desintegró en polvo dorado, como siempre lo hacían los monstruos. Maggie rápido guardo su arco cuando el otro Blemios se daba la vuelta.

—No veo ningún... espera. ¿A dónde fue mi amigo?

—¿Uhm? —pregunto Apolo—. ¿Qué amigo?

—Eduardo, el guarda bosques.

Maggie se le unió a la confusión.

—¿Un guarda bosques? ¿Aquí?

—Sí, estaba justo aquí.

—Estoy seguro de que no sé a de que hablas.

—Bueno —el soldado dijo—, tal vez se tuvo que ir. Me disculparás si tengo que matarte yo solo. Ordenes.

𝐅𝐎𝐑𝐓𝐔𝐍𝐀 𝐆𝐑𝐈𝐄𝐆𝐀 ━━━ Reyna Ramirez-ArellanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora