Una vida segada en una noche. Dos vidas unidas por una pérdida irreparable. ¿Cuánto más puedes caer cuando ya has tocado fondo? ¿Qué opciones tienes, más que levantarte y salir adelante? Lisa tiene un enorme reto que superar, y de ello dependerá su...
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El segundo sábado después de dejar a Lisa ingresada en el centro, me encontraba en casa de mi madre cuando el teléfono sonó.
—¿Diga?
—¿Jungkook? —la voz al otro lado del teléfono me hizo estremecer —Hola. Soy Lisa.
—Hola, Lisa, ¿cómo estás?
—Oh, bien. Muy bien —dijo y me sentí tranquilo y feliz —Creo que al fin he encontrado algo que me distrae y me hace bien.
—¿Sí? Qué bueno, Lisa. Me alegra mucho por ti, cariño. Cuéntame.
—Oh, bien. —suspiró —He pasado unos días bastante difíciles al principio. Incluso algún día creí que me cortaría las venas, si hubiese tenido con qué… —dijo y me preocupé
—Hey, Lisa, ni se te ocurra hacer ninguna tontería, ¿me oyes? —rugí autoritario
—No, claro que no. Ahora ya no lo siento, aunque estoy segura de que volveré a sentirme así en algún momento, pero ahora mismo no.
—Bien, mejor así.
—Sí. Sabes, ahora estoy yendo a clases de repostería —me contó sorprendiéndome.
—¿Clases de repostería?
—Sí. Jennie me convenció para que fuera con ella y aunque le hice rogar bastante, finalmente accedí y… me encanta, Jungkook. En realidad se me da fatal y soy muy mala pero me encanta de cualquier forma, así que he pensado que tal vez podría cocinar unas galletas para Leah.
—Vaya, Lisa, me encanta, cariño. Y estoy seguro de que Leah estará encantada también.
—¿Tú crees?
—Sí, desde luego que sí.
—De acuerdo. Entonces me esforzaré e intentaré hacerlas para cuando tenga autorizadas las visitas y Lee pueda venir a visitarme. ¿Crees que alguien podrá traerla a visitarme? —pidió y supe que debería pedirle a Somi o a Amy que lo hicieran.
Pero tan seguro como estaba de ello, lo estaba de que no sería capaz de permitir que alguien que no fuera yo, llevara a la niña a visitar a su hermana.
—Estoy seguro que sí, Lisa. Yo mismo la llevaré.
—Oh, no, Jungkook. No hace falta que vengas tú personalmente, de hecho tal vez simplemente pueda contratar algún taxista que pasara a recogerla y la devuelva a casa luego —ofreció.
—No, Lisa, claro que no. Leah es muy pequeña para viajar sola.
—Oh, no, desde luego que sería alguien de confianza, por supuesto.
—No hará falta, Lisa. Yo mismo llevaré a Leah a visitarte.
