Capítulo 21♡

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-¡Vete! -grité a Jennie en cuanto se coló en mi habitación

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-¡Vete! -grité a Jennie en cuanto se coló en mi habitación.

Me ignoró.

Como solía hacer cada vez que yo tenía una de mis malditas crisis por la maldita abstinencia.

Me ignoró y entró en la habitación. Debí haberla empujado fuera y haberla obligado a irse y dejarme en paz pero no lo hice.

Nunca sabré a ciencia cierta porqué, pero no lo hice. Nunca lo hacía. Odiaba y detestaba a esa chica por momentos, pero nunca la echaba. Supongo que en alguna parte muy recóndita de mí, sabía que la necesitaba y, aunque nunca lo reconocería, agradecía que ella ignorase mis pataletas y me obligase a apoyarme en ella.

Ese día mi furia se debía a no haber podido conseguir una bandeja de galletas decentes.

Era viernes y al día siguiente Jungkook traería a mi hermana a visitarme. Yo le había prometido cocinar galletas para ella, con mi nueva habilidad descubierta, pero esa tarde había sido completamente incompetente.

Había pasado el día entero sintiéndome agitada, nerviosa.

La primera tanda de galletas las había quemado, ya que después de meterlas en el horno las había olvidado por completo. La segunda horneada había quedado dura como piedras, ya que en mi ansiedad la había sacado del horno cinco veces antes de que por fin las galletas estuvieran cocidas.

Lo había vuelto a intentar una vez más pero, desde luego, mi ansiedad para ese momento ya era insostenible, y había olvidado incluir varios ingredientes a la masa, entre ellos polvo de hornear y azúcar. Las galletas resultantes habían sido unas piedras amarillas sin sabor a nada.

Con un grito furioso había lanzado la placa del horno contra la pared y las galletas, si se les podía llamar así, habían volado por los aires.

Había abandonado la cocina ante la mirada atónita de la profesora y las carcajadas burlonas y despectivas de Seo Soojin, quien solía sentarse en la puerta para mirar y criticar a todas las internas que intentábamos hacer algo en ese centro que no fuese follar con quien estuviese disponible.

Furiosa, me había encerrado en mi habitación, hasta que la señorita Sombras había vuelto a inmiscuirse como ya era habitual.

Estaba sentada en la cama separando por colores los dulces de una bolsa de un kilo de M&Ms.

Me sentía nuevamente la niña del exorcista, sentada sobre la cama, con las piernas cruzadas como Buda y moviéndome adelante y atrás, mientras repartía las golosinas en seis montones diferentes cuidando de que las letras de la marca quedaran hacia arriba y perfectamente alineadas. Jennie se dejó caer sobre la cama haciendo saltar el colchón y con él los chocolates.

-¿Qué haces?

-Dije que te vayas -gruñí sin mirarla mientras volvía a ordenar los montones.

En tus brazos | Lizkook ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora