Capítulo 34♡

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El día estaba bastante gris cuando salí de la estación a las seis de la mañana del miércoles

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El día estaba bastante gris cuando salí de la estación a las seis de la mañana del miércoles.

Lentamente la ciudad comenzaba a despertar y se ponía en marcha aunque el tráfico aún era escaso.

Sintiéndome exhausto y deseoso de colarme entre las sábanas de mi cama, conduje hasta mi departamento.

Lisa estaba sentada en los escalones de mi portal.

En sus manos una caja rosa chicle y un soporte con dos enormes vasos del Starbucks.

Le dediqué una sonrisa curiosa en cuanto bajé del coche.

-Lisa, preciosa, ¿qué haces aquí a esta hora? -pregunté acercándome a ella que se levantó y se acercó a mí sonriente.

-He venido a traerte el desayuno -explicó mirándome seductora.

Rodeé su cintura con mis manos y la acerqué a mí para besar sus labios.

-No te merezco -susurré antes de colar mi lengua entre sus labios.

Lisa tenía las manos ocupadas por lo que no correspondió mi abrazo pero su cuerpo se pegó al mío y el contoneo de sus caderas disparó mi erección.

Me alejé de ella poco dispuesto a dar un espectáculo en medio de la calle y con mi mano en su espalda la guie hasta el edificio.

Me dejé caer en el sofá del salón en cuanto entramos, soltando las llaves sobre la mesita de café.

-Estoy destrozado -gemí llevando mis manos al cuello para masajearlo.

-Hazme un sitio -pidió Lisa mientras se sacaba sus zapatillas.

Se sentó en el respaldo del sofá tras de mí poniendo sus piernas a cada lado de mi cuerpo. Me empujó suavemente hacia adelante y comenzó a masajear mi cuello con unos toques circulares que me relajaron al instante.

-Nena, voy a dormirme si sigues haciendo eso -dije tironeando de sus brazos hasta hacerla caer sobre mi regazo.

-Deberías dormir -sugirió risueña.

-Lo haré pero después de tomarme mi café y probar tus cupcakes.

Bajé con mi boca sobre la suya antes de sentarla a mi lado y desayunar juntos.

Lisa me contó lo que había hecho esos días y yo le expliqué lo agotadora que había sido mi guardia.

Después de la charla con mi madre ese domingo durante la barbacoa que habíamos compartido, no había podido evitar pensar en sus palabras.

¿Y si era cierto que Lisa no estaba preparada para tener pareja? ¿Y si era cierto que yo la estaba haciendo dependiente de mí?

¿Y si, en lugar de ser bueno para ella, yo realmente estaba convirtiéndome en alguien dañino para su salud?

En tus brazos | Lizkook ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora