Frente al espejo anudaba mi corbata sintiéndome un adolescente antes de recoger a la chica para el baile de graduación.
Salvo porque yo nunca había acudido a mi baile de graduación y esa noche mi cita no era para asistir a una reunión de adolescentes sino para llevar a cenar a una joven, que, por otra parte, había vivido la vida de una complicada adolescente hasta hacía unos pocos meses atrás.
Sabía exactamente lo que Lisa esperaba de ese encuentro. Me lo había dejado más que claro la noche anterior.
Sabía también exactamente lo que yo esperaba de esa noche, porque era algo que, en mayor o menor medida, había venido deseando, temiendo e imaginando infinidad de veces en los últimos meses.
Pero más allá de mis deseos y los suyos estaban mis enormes miedos de no hacerlo bien y acabar haciéndole a Lisa más daño que bien. Algo más de lo que ella estaba preparada para soportar.
No sabía en qué medida podía afectarla que nuestra relación se volviera más íntima, pero no podía imaginarme dejándolo pasar.
No estaba enamorado de Lisa, en absoluto, pero la atracción que sentía por ella era demasiado fuerte como para continuar resistiéndome. Por eso era que no iba a hacerlo, no iba a resistirme, pero no por eso dejaba de preocuparme que fuese Lisa quien se acabara enamorando de mí.
Lisa no era una niña, sino una mujer de veintidós años, pero la vida que había llevado no le había ayudado a madurar y por esa razón, no estaba seguro de qué tanto sabría enfrentarse a una relación romántica o al menos íntima entre nosotros.
De cualquier forma, yo era lo suficientemente egoísta como para negarme a perder la oportunidad de estar con ella.
Cuando finalmente llamé a la puerta de Lisa, estaba completamente convencido de que ése era el lugar en el que debía estar y que todo lo que surgiera de allí en más, estaría bien.
Lisa abrió la puerta viéndose con una timidez encantadora que se contradecía con la imagen de mujer sensual que su atuendo le confería.
Llevaba el cabello recogido en un moño desenfadado y el rostro suavemente maquillado. Su cuerpo, envuelto en un vestido rojo hasta la rodilla revelaba sus curvas femeninas y seductoras.
Sin dudas el tiempo pasado en la clínica y su largo período de abstinencia de drogas y excesos, había actuado en su favor y la había convertido en una mujer deliciosa, en contraposición a la joven delgada, demacrada y macilenta que yo había conocido hacía ya varios meses en aquella habitación de hotel.
—Hola —me saludó con voz errática haciéndome bajar a tierra.
—Hola —murmuré adentrándome en el departamento —Estás preciosa —susurré a la vez que rodeaba su cintura con mis brazos y bajaba mi boca sobre la suya para devorarla.
—Gracias —musitó contra mis labios fundiéndose contra mí.
El beso que comenzó suave y delicado se volvió hambriento cuando mis manos recorrieron sus costados con ansiedad.
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En tus brazos | Lizkook ✔
FanfictionUna vida segada en una noche. Dos vidas unidas por una pérdida irreparable. ¿Cuánto más puedes caer cuando ya has tocado fondo? ¿Qué opciones tienes, más que levantarte y salir adelante? Lisa tiene un enorme reto que superar, y de ello dependerá su...