Capítulo IV – Junto a una asesina
—¿Cuál era su vínculo con el señor Locker? —preguntó el detective Versace. No tenía una pipa en la boca, como todo buen detective que se precie, pero si un bolígrafo azul.
—Bueno... —Daniel Parker tamborileó los dedos en la mesa antes de responder—. Nos conocimos en el viaje y hablamos mucho. Fue con quien mayor afinidad logré en el crucero. Lo que le sucedió es una verdadera lástima y todavía no puedo creerlo. Nuestro vínculo, supongo... fue bueno, mientras duró.
—Entiendo. ¿El señor Locker mencionó si alguien tenía intenciones de hacerle daño? ¿Le mencionó si tenía algún enemigo?
—Nada como un enemigo, que yo sepa. Siendo honesto, solo se la pasaba hablando de mujeres. Como cualquier adolescente, ¿no?
Ambos estaban en una de las aulas de la universidad Vanlongward. El bullicio de alumnos que se escuchaban afuera lo corroboraba. Daniel llevaba colocada una gorra de visera violeta que escondía su dorada y revoltosa cabellera. Por otro lado, el detective deslizó un celular por la mesa.
—¿Conoce este video, señor Parker?
—Sí...
—¿Usted estaba al tanto que el señor Locker había consumido laxantes adulterados en su estadía en el crucero?
—No. —La sorpresa enmarcada en su semblante de repente, fue genuina—. De eso no tenía ni idea.
—Nadie toma este tipo de productos a conciencia. Alguien hizo que se los tomara. ¿Sabe quien pudo haberle hecho algo así?
—Bueno... —En ese momento, la mente del rubio, recordó a Ada—. Pudo haber sido cualquier persona. Es decir, hablamos con mucha gente ese día. Era un crucero. Lo único que hacíamos era beber e intentar... ya sabe.
—No. No lo sé.
—Acostarnos con chicas. ¿Ok? Nada de otro mundo.
El detective anotó algo en su libreta.
—¿Y quizás alguna de esas chicas pudo haber colocado alguna sustancia en sus vasos? ¿O les ofreció algo extraño para tomar?
—Si hicieron algo como eso, yo no me enteré.
El detective asintió.
—Entiendo. Pasemos al accidente. El señor Locker fue encontrado muerto alrededor de las 23:25 en la zona de popa, más específicamente, en el pasillo frente al salón de spa y el gimnasio. ¿Sabe por qué se encontraba allí? ¿Por qué no siguió las indicaciones del capitán? ¿O qué lo llevó a esa zona en particular?
—Bueno...
Daniel se tomó un breve lapso de tiempo para agachar la cabeza. Sus ojos saltaron de un lado a otro, mientras su mente, saltó hacia un punto en concreto del pasado.
«—¡Hey! ¿A dónde vas? ¡Tenemos que ir hacia el centro del barco! —gritó Daniel».
«—¡Vete tú! ¡Maldito traidor! ¡No quiero volver a verte la puta cara de nuevo! —dijo Errol, empujando a Daniel con fuerza para apartarlo de su camino—. ¡Yo todavía tengo unas cuentas que arreglar con esas putas perras!».
«—¿Qué vas a hacer?».
«—¿Y a ti que te parece? —dijo Errol a paso apretado, severo y violento, antes de perderse de la vista de Daniel—. Esto no se va a quedar así».
—No lo sé... —contestó Daniel volviendo la mirada hacia Versace con extrema seriedad—. No tengo idea de qué estaba haciendo allá.
«Pero voy a averiguarlo...», remató en sus pensamientos.

ESTÁS LEYENDO
A-Normal 2: Rompiendo el destino
Science FictionEmma Clark llega a la isla Blau y lo tiene todo: suite de lujo, una suculenta beca universitaria, una pareja de revista muy intelectual, fieles amigas y un misterioso pero útil don... Con este abanico de ventajas, nada podría salirle mal, pero claro...