Capítulo XVII – Como anillo al dedo
«—Gracias por salvarme, Emma», fueron las palabras de su mejor amiga momentos previos a abordar su avión de regreso.
Emma suspiró. Sus uñas pintadas en un tono rosado tamborileaban en el apoyabrazos del Jeep. El aire se sentía alborotador por la velocidad del vehículo, pero refrescante para combatir las altas temperaturas de Blau; ideal para transitar la hermosa ruta desde el aeropuerto de Einstein, hasta el campus universitario.
El camino era rodeado de bellas llanuras espolvoreadas de mesetas, árboles y vegetación; y un mar que, desde el lado de Emma, se dejaba entrever en el lejano horizonte. Amaba ese efecto de chispas de cristal blancas causado por el brillo del sol rebotando en el mar, el solo hecho de contemplarlo ya tenía el inmenso poder de relajarla...
Volvió a recordar su conversación con Vane.
«—Relájate, amiga. Estoy bien».
«—¿Estás segura...?».
«—Claro que sí. Has hecho todo en estos últimos días para que me olvide de esa horrible noche y eso es algo que te lo agradeceré por siempre. No es la primera vez que me asaltan, por desgracia, y no sé si será la última. Pero sin duda estas mini vacaciones han sido de las mejores. Gracias a ti...».
Rezagos de su cabello fueron a parar a sus ojos; se los acomodó con una mano y cambió la dirección de su mirada hacia la dueña del vehículo.
—¿Quieres uno? —preguntó Eva Morales, acercando a Emma una caja de cigarros.
—Gracias... —aceptó la rubia—. Y gracias de nuevo por acompañarme hasta la universidad. Sé que no te queda nada cerca.
Esta escena todavía seguía pareciendo increíble y surrealista. ¿Ella y Eva en el mismo vehículo? Ni en chiste hubiese pensado eso unos días atrás. Quizás la había juzgado mal, y no es que ahora la conocía mucho mejor, pero si había demostrado con algunas actitudes que no era una mala persona.
Venir a despedir a Vanesa fue una de ellas; y ofrecerse a traer a Emma desde el aeropuerto hasta el campus, otra.
Encendió el cigarro, escudándolo con su palma. El viento se lo complicó mucho, pero ella le ganó la partida. Definitivamente, Eva había sido otra de las principales razones por la que Vanesa había podido marcharse de la isla sin... demasiadas secuelas negativas.
—Escucha, Honey... —Eva desvió la mirada de la ruta, para doblar en una intersección—. No sé si has hecho esos trabajos que te pedí, pero si no fue así, déjalo. Los haré yo misma. ¿Bien?
Emma asintió.
—No pensaba hacerlos. Estaba a punto de tirar tus cosas por la basura hasta que llegó Vanesa... —bromeó la rubia.
Eva sonrió.
—Sería justo.
Ambas le dieron una pitada a sus cigarros.
—Sé que debes estar odiándome por lo que pasó en el callejón —retomó Eva—. Quería disculparme por eso...
—Tú no tuviste la culpa. ¿Cómo ibas a saberlo? —Emma se acomodó en el asiento y observó a Eva con seriedad—. Pero necesito saberlo. ¿Quiénes eran esos sujetos?
Eva largó un suspiro desalentador.
—Ojalá lo supiera. No reconocí a ninguno. Lo único que se es que puede que sean alumnos de Vanlongward porque venían disfrazados, y que me buscaron a mí porque querían dar con mi hermano. Ojalá se pudran en prisión...
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A-Normal 2: Rompiendo el destino
Science FictionEmma Clark llega a la isla Blau y lo tiene todo: suite de lujo, una suculenta beca universitaria, una pareja de revista muy intelectual, fieles amigas y un misterioso pero útil don... Con este abanico de ventajas, nada podría salirle mal, pero claro...