Capítulo XXVIII - Juego autodestructivo

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Capítulo XXVIII – Juego autodestructivo


—Primero, soy de los que creen que un bebé no debería comer caramelos. Menos si es un caramelo duro... —dijo Isaac con un rostro serio que tiró al tacho en su siguiente comentario—. Segundo. ¿Cómo se te puede ocurrir que lo que hiciste puede ser algo similar a eso...?

—Bueno, porque fue mucho más sencillo, claramente —explicó Emma tomando un sorbo de su Tequila Sunrise—. Después de llamar al detective Versace y que la policía cotejara la evidencia, Alain Torres, su socia Milena Locker y esos primos suyos estarán detenidos hasta nuevo aviso. —Emma hizo un gesto con los labios, como si decirlo le resultase incómodo—. No puedo creer que una persona como Alain hubiese resultado así. Estaba en frente de nuestras narices todo el tiempo... y resultó ser el asesino de Daniel. Bueno, cómplice en realidad.

—¿Entonces fue esa tal Milena quien envió un sicario tras de Daniel? ¿Por qué?

La rubia apartó la mirada echando una mueca de dientes apretados. Todavía había muchos baches en este caso y las preguntas sin respuestas claras seguían incinerando, con su fuego, la antorcha de las dudas.

—No lo sé. Ella se negó a declarar a la policía y no hay una prueba real y contundente de que ella haya enviado al sicario. En el video que conseguí solo se escucha la parte de Alain.

—¿Y no pueden rastrear la llamada de Milena?

—No —dijo ella con resentimiento en su semblante—. Al parecer ese llamado jamás se realizó. Lo borraron todo antes de que pudiese hacer algo.

Isaac levantó el dedo, como si tuviese que hacerlo para empezar a hablar.

—Pero si esa llamada se eliminó, se puede intuir que será porque esconden algo. ¿No?

—Eso le dije al detective, pero sus palabras fueron claras: así no funciona la justicia, o tienes algo contundente, o el dinero los sacará de la cárcel en unas cuantas semanas. El video tiene peso, pero no lo suficiente para incriminar a este tipo de personas por mucho tiempo.

—Por cómo yo lo veo, al menos ya cambiaste tu destino. Ellos no podrán estar presentes en el viaje a Aldebarán, así que no correrás peligro de ningún tipo —reflexionó Isaac. Emma se quedó con la frase «cambiar el destino» dando vueltas en su mente—. Eso quiere decir que nos da más tiempo de investigar, y con tus dones fijo que será pan comido. ¡Nada le gana al latido del futuro!

—¡Shhhh! No lo grites así.

—Perdón. Nada le gana al latido del futuro —susurró.

Emma hizo una débil mueca de lo que intentó ser una sonrisa.

—Supongo que tienes razón.

—Escucha. Hiciste lo mejor que pudiste. Ahora ellos tendrán que tener muchísimo cuidado con los pasos que darán porque ya están fichados por la policía. No van a actuar en un buen tiempo, y para cuando ese momento llegue, estoy seguro de que encontraremos algo. Yo te ayudaré, lo prometo —dijo él, tomándole de la mano e intentando sacarle una sonrisa que no tardó en aparecer en los labios de Emma.

—Gracias, Isaac...

—¡Una Honey! —irrumpió Eva, llegando a la mesa junto con su hermano, quien cargaba con una fuente repleta de cervezas, ella tomó una y se la alcanzó a Emma—. ¡Para otra Honey!

—¿Para mí? Todavía tengo mi bebida —dijo ella.

—¡Entonces termínala! Hoy es noche de festejo, querida. ¡Toda esta ronda va por cuenta de los Morales! Te lo mereces.

A-Normal 2: Rompiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora