Capítulo XXXIV - Amigas de nuevo

48 7 1
                                    


Capítulo XXXIV – Amigas de nuevo



El sol finalmente se escondió entre las montañas de Aldebarán y la brisa calurosa del caribe menguó de intensidad. Los alumnos de Vanlongward habían pasado un día como nunca, atestado de emociones, y ahora, con las actividades cerradas, podían darse el lujo y el placer de un merecido descanso aventurero.

En un prado empedrado amplio, se distribuían seis hileras de mesas rústicas, una pegada a la otra, y sobre ellas había tanta comida y bebida como se pudiese imaginar, de la excelente mano del restaurante de Centauri.

Emma había decidido probar el especial de la casa: el pan de carne. Y jamás en su vida había tomado una decisión tan acertada. El plato vino en una bandeja y era un pan preparado desde cero, totalmente casero, cocido a horno de barro con un salteado de exquisita carne con decenas de verduras en su interior. Una sola mordida era un viaje de ida, sin posibilidad de retorno.

Por encima de las cabezas de los estudiantes brillaban las guirnaldas y ondeaban los banderines de colores. Diversos tótems tallados en madera se replegaban por la zona, majestuosos y divertidos. Había una fogata retirada hacia el fondo que matizaba de calidez el ambiente; y la música, una indispensable protagonista esta noche, era emitida por dos enormes parlantes en cada extremo.

La gente se reía, comentaba sobre las actividades realizadas, se divertía con los chistes de un comediante contratado para la noche; y cuando todas las barrigas estuvieron lo suficientemente llenas, y las estrellas y la luna se mostraron en el punto más alto del manto nocturno, el director Benjamín Bacon tomó la palabra.

El hombre, por primera vez, en mucho tiempo se mostró relajado. Su ropa para la ocasión, no era la habitual —un traje impecable de diseñador—, sino que iba con un conjunto deportivo casual.

Había consumido un par de bebidas en la mesa de los profesores y se encontraba de muy buen humor. Probablemente debido a la maravillosa noticia de la recuperación de Ulises Rojas, lo que resultó un alivio para él, y que se ocupó de brindar a su salud en esta velada.

Zoey levantó su vaso de cerveza y sonrió a un punto solitario del cielo. Jamás se cansaría de escuchar que su amigo gozaba de una fenomenal recuperación.

—A tu salud, mi amigo. —Bebió y luego su mirada se enfocó en Emma Clark, sentada en la mesa de junto—. Te prometo que no te defraudaré.

—¡Muy bien, alumnos! —dijo Rotingham, tras el discurso del director y las distintas recomendaciones que impartió para cuidarse por la noche—. Esta mañana les comenté sobre la actividad nocturna de supervivencia en Aldebarán, pero me repetiré por si alguna personita no prestó atención.

Emma no las estaba viendo, pero sintió los ojos de Julia y Brenda fijándose en ella.

—El objetivo es sencillo, primero se dividirán a los estudiantes en grupos de dos que se establecerá por sorteo. Una vez terminado, tienen desde esta noche, hasta la siguiente, al completo, para realizar tareas y actividades que les otorgaremos y que sumarán un puntaje a su equipo. Las personitas con el puntaje más elevado al final de la competencia se llevará un glorioso premio. ¡La copa Centauri!

Tras finalizar esas palabras, el profesor Teodoro Fisher, en una esquina del recinto, destapó un enorme trofeo dorado metido dentro de una vitrina de cristal.

El alumnado enloqueció y los aplausos estremecieron el recinto: la copa parecía tener joyas incrustadas y diversos detalles decorativos muy pintorescos. Pero lo principal era lo que se hallaba en su interior: chocolates... muchos chocolates y golosinas.

A-Normal 2: Rompiendo el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora